La primera tarea de Faustino Díaz durante la semana del 30 de julio al 3 de agosto será tocar a las seis de la mañana las puertas de las habitaciones de sus estudiantes, para luego llevarlos al acondicionamiento físico. “Es algo que los músicos hemos dejado de lado; cualquier Facultad de la UNAM empieza sus clases a las siete de la mañana, pero la de música a las 9 está vacía. Sus estudiantes no se dan cuenta de que requieren la misma disciplina que cualquier otra profesión”, dice el trombonista oaxaqueño.
El músico sabe de lo que habla: su maestría la cursó en Suiza y ha vencido a los mejores músicos de su especialidad de todo el mundo: en 2013 ganó la octava Competencia Internacional de Trombón en Jeju, Corea, y en 2014 se convirtió en músico de la Ópera House de Zúrich, Suiza.
Además comparte su conocimiento con otros al organizar clases, a veces con recursos de su propia bolsa. Díaz lleva muchos años comprometido con “cambiarle el chip” a los músicos, sobre todo a los pequeños, para que la carrera que empiezan tenga un rumbo concreto y un sentido. Este es el caso de la séptima Semana Nacional del Trombón, que se realizará en Naolinco de Victoria, Veracruz.
Los 50 jóvenes de 16 a 25 años que participan en este encuentro recibirán clases de teoría, armonía, solfeo y hasta historia. Entre los maestros estarán Jacques Maufr, profesor de la Alta Escuela de Música de Lausana, Suiza, y Pedro Carrero, solista de la Orquesta Sinfónica Simón Bolívar, de Venezuela.
“Otra cosa que busco es que el trombón sea incluyente, porque normalmente dejamos de lado a lo latino o al jazz. Alguien dijo que la música popular no se lleva con la clásica y que solo se iba a enseñar ésta. En las escuelas aún no entienden que para que un intérprete toque mejor, tiene que dominar su propia música.
“Por esta falta de visión y porque el avance de las tecnologías ha facilitado tanto las cosas, los estudiantes no se esfuerzan. El diagnóstico es el mismo de hace muchos años: esta generación está demasiado metida en la tecnología, pero no para bien; los chavos no la ocupan para sacar provecho, se atontan un poco. Antes, para tener a mano el material para tocar transcribíamos muchas cosas y hacíamos arreglos; trabajábamos bastante para nuestra formación musical. Los chavos ahora ya no trabajan, todo lo resuelven con la tableta. Eso no pasa en Suiza, donde, por ejemplo, en la escuela te obligan a hacer transcripciones. Urgen nuevos programas de estudio porque los que hay son obsoletos”.
Además del encuentro referido, organizado con apoyo de varias empresas que venden instrumentos musicales, también promueve el Concurso Internacional del Trombón con ayuda de Yamaha México, en el que participarán 20 intérpretes provenientes de Venezuela, Costa Rica, Colombia y México, que abarcará del barroco al contemporáneo.
“Se empezó a hacer porque en toda Latinoamérica no hay concursos de trombón ni trompeta ni tuba. Ni el Conservatorio ni la Secretaría de Cultura generan nada; no hay ningún tipo de competencia sana porque no saben que los jóvenes siempre deben estar en constante desafío musical. Concursos como éste son los que hacen que los chicos se pongan a estudiar desde meses antes, pero como no los hay, nuestros jóvenes estudian sin ningún rumbo ni objetivos claros. Este concurso lo anunciamos desde el año pasado, por lo que los participantes llevan un año estudiando”.
Además, Faustino Díaz estudia la posibilidad de realizar un concurso de composición para trombón, y realiza, con apoyo de Yamaha, una serie de cápsulas con entrevistas a grandes músicos mexicanos: “Ahora que estamos en Guadalajara fuimos con los trompetistas del mariachi Nuevo Tecalitlán. Son entrevistas personales, pero también muy musicales: por qué el sonido es así, la articulación, cuál es la importancia del vibrato… Con ellas los jóvenes de Chiapas, Tabasco y Campeche, que jamás han tenido contacto con un maestro de mariachi, lo van a tener por primera vez”.