La cineasta quebequense Geneviève Dulud-De Celles presentó en México su primer largometraje, Une colonie (Una colonia, 2018), un filme de tintes autobiográficos sobre una adolescente que se relaciona, entre otras cosas, con un joven de una reserva indígena.
La joven cineasta quebequense advierte en entrevista que su filme es profundamente feminista, sin excluir de ello a los hombres.
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“Sí, en efecto hay un discurso feminista porque soy una mujer y atravesé esa época. Hay ciertos cuestionamientos identitarios que son propios de las mujeres y feministas. El personaje de Mylia intenta construir su identidad más allá de la dictadura de la sociedad, de lo que dicta la sociedad. Y ella se identifica de alguna manera con ese joven abenaki de las primeras naciones, se parece más a ella que ciertas niñas de su salón que son sus amigas", expresó.
“Para mí la cuestión del feminismo también tiene que ver con los jóvenes, el feminismo también es cosa de los hombres. Entonces, mostrar a un jovencito que es capaz de escuchar, que tiene sensibilidad, ternura, son características que se asocian finalmente a las mujeres pero que en mi película se muestran como otra identidad masculina, una faceta que para mí es importante para que se piense de una manera más amplia el feminismo y nos invite a revisar la identidad de género, independientemente si somos hombres o mujeres”, expuso.
La cinta, proyectada en la edición 2019 del Festival de Cine de Berlín con gran aceptación de público y crítica, muestra los fuertes lazos que unen a las mujeres de la familia de Mylia, pero igual el reconocimiento del otro, sea un hombre o un miembro de la etnia abenaki.
En una zona rural de Quebec, Mylia (Émilie Bierre) debe abandonar el campo para comenzar la secundaria, lo que implica alejarse de su pequeña y simpática hermana Camila (Irlande Côté) y enfrentarse al mundo adolescente donde tiene que explicar a sus nuevas amigas que su madre que su madre no es teibolera y sobrevivir a las malas influencias, como Jacinthe (Cassandra Gosselin-Pelletier), que la incita al sexo, drogas y alcohol.
En ese trance, conoce a Jimmy (Jacob Whiteduck-Lavoie), un compañero de clase del pueblo abenaki, que se convierte en parte fundamental de su universo totalmente femenino.
El filme, estrenado en el Quebec City Film Festival 2018 y proyectado en la Berlinale 2019 dentro del Generation Kplus program donde ganó el Oso de Cristal, recibió siete nominaciones en la séptima edición de los Canadian Screen Awards, los Oscares canadienses, de las cuales ganó en tres: Mejor Actriz, Mejor Opera Prima y Mejor Película.
Una colonia abrió el jueves 20 de febrero la Sexta Muestra de Cine de Quebec en la Cineteca Nacional y tendrá una función más este sábado 22, aunque por la calidad de la película seguro en breve pasará a formar parte de la cartelera regular del foro de Xoco.
¿Une colonie es una historia autobiográfica o son historias que usted ha encontrado?
"De hecho fue una mezcla, porque la historia ocurre en la región donde yo viví, que incluye esta comunidad abenaki que se muestra en la película, yo viví ahí muy cerca, pero jamás tuve algún compañero abenaki de clase, entonces sí hay un elemento de ficción, que es el encuentro de estos personajes a esa edad. Desde luego me inspiré en los jóvenes que conocí en mi trabajo, jóvenes autóctonos, y el personaje de Jimmy está inspirado en esos jóvenes.
Mi película anterior fue un largometraje documental sobre la adolescencia y tuve la oportunidad de trabajar con muchos adolescentes que me hicieron confidencias, esto me inspiró durante la escritura del guion y me permitió actualizar mi discurso".
¿Cómo es la relación de los canadienses de origen europeo con los pueblos originarios?
"En mi película quise contar mi propia experiencia, mi propia relación con mi identidad y mi conocimiento de las naciones autóctonas de Canadá. Cuando yo era joven había una reserva abenaki que se llama Odanak, y en ese momento conocía muy poco de esa cultura y de manera general conocía muy poco sobre las primeras naciones. Tenemos muy pocas oportunidades de intercambiar con nuestras culturales.
Mis conocimientos de la relación de los quebequenses franceses con las culturas autóctonas, también se debían a la mala representación de los pueblos autóctonos en nuestra historia, la historia que nos enseñaron en esa época. Las cosas están cambiando, estamos revisando esa historia para incluir cada vez más el punto de vista de las primeras naciones”.
Geneviève Dulud-De Celles cuenta que que tuvo la oportunidad de estar en contacto con comunidades autóctonas, porque trabajó para un organismo que realizaba cortometrajes con ellas, a cuyos jóvenes se invitaba a expresarse y a realizar sus propias películas.
“Entonces, al haber cohabitado con ellos en la reserva cuando tenía ese empleo, me permitió darme cuenta de que hasta qué punto sabía yo tan pocas cosas sobre sus culturas, y cuál era la suma de mis prejuicios. Quería con este filme volver a mostrar cuál fue mi propio camino, echar abajo los prejuicios y despertar la curiosidad de la muchacha blanca, que empieza a abrirse a esta otra cultura”, expone la joven cineasta quebequense.
lnb