Entre los aromas del zacahuil o de los bocoles, del café que se produce en esta región, pero en especial de manifestaciones culturales que se mantienen vivas y dinámicas, más allá del impulso de las instituciones, se inició la edición XXIV del Festival de la Huasteca, donde se reúnen huastecos de seis estados del país.
“Hacer un festival tan vital, con tantos estados incluidos, con tantos pueblos, se convierte en una especie de monstruo virtuoso que logra acusar la vitalidad de los pueblos, al tiempo de reafirmar que México es un país con múltiples capas, con múltiples rostros, y me parece que eso es fundamental”, en palabras de Mardonio Carballo, director General de Culturas Populares, Indígenas y Urbanas de la Secretaría de Cultura.
A desarrollarse hasta el domingo, el festival es resultado de los trabajos que se desarrollan desde el Programa de Desarrollo Cultural de la Huasteca, donde están representantes de Veracruz, Hidalgo, Tamaulipas, Querétaro, San Luis Potosí y Pueblas; el programa de actividades gira no sólo alrededor de la música o de la danza, sino incluso de la medicina tradicional, de la literatita, de la cocina tradicional y de las artesanías.
“La gente que lo hace, los de a pie, es la que sostiene al festival: es un árbol enraizado, que va a seguir floreciendo y nos va a dar frutos nuevos: es maravilloso encontrarse con una sociedad orgullosa y que, por lo tanto, se ve orillada a dignificar su origen, para lo cual se obliga a las instituciones a que participen en todo lo que se va construyendo. Ese puede ser un ejemplo de cómo la sociedad puede inmiscuirse en el proceso democrático de un país”, explica Mardonio Carballo en entrevista con MILENIO, tras la inauguración del festival.
Ubicado en la Sierra Norte de Puebla, Cuetzalan es un pueblo mágico donde la identidad huasteca se refleja en las casas tradicionales, dentro de las calles empinadas que caracterizan a la ciudad, pero también en los huipiles que aún son cotidianos o en el trabajo artesanal que se ofrece en las calles.
En medio se esa tranquilidad llegó el Festival de la Huasteca, con la fuerza de la gastronomía, pero también de las danzas, de los rituales –como los voladores- y, en especial, de la música, porque cada jornada se cierra con la tradicional huapangueada, en la cual participan hasta ocho agrupaciones, a lo largo de casi tres horas de música y zapateado en la Plaza Central de Cuetzalan.
RL