Un palomito muy blanco
Es el niñito Fidencio
viene bajando del cielo
Brillando como un lucero
Alabanza
En lo alto del cerro La Campana, una misión proveniente de San Pedro de las Colonias, Torreón, Coahuila, canta las alabanzas mientras la “materia” se prepara a recibir el espíritu del Niño Fidencio.
A poco más de un kilómetro, el ejido Espinazo vive una fiesta de música y fe, pues poco más de mil personas acuden al santoral de José Fidencio Constantino Síntora, mejor conocido como el Niño Fidencio, un culto que no pierde vigencia.
La historia sobre el curandero que trataba tumores, enfermedades de piel o la locura en la década de 1930 se mantiene viva, atrayendo a poco más de 200 mil visitantes al año a un ejido con 300 habitantes.
Mientras el niñito hace sus curaciones a través de la cajita, persona por la cual desciende el espíritu de Fidencio, María Asunción Aguilera Montoya, narra el por qué tiene más de 40 años visitando el ejido de Mina, Nuevo León.
“Los favores que hemos recibido son muchos, por eso no perdemos la fe”, destaca la creyente acompañada por su hija y una nieta.
La tradición
Si bien el Fidencismo no está reconocido por la Iglesia Católica, cuenta con el reconocimiento oficial de la Secretaría de Gobernación al otorgarle su registro como Asociación Religiosa a la Iglesia Fidencista Cristiana.
En vida, el Niño Fidencio llegó a contar con un amplio reconocimiento por sus métodos de curación, pues a través de pedazos de vidrio extirpaba tumores, o bien operaba cataratas, a decir de la tradición oral en la región.
Alejandro González de la Fuente, representante de la Iglesia Fidencista Cristiana, reconoce que el Fidencismo se mantiene en las nuevas generaciones gracias al cuidado de mantener el culto lo más apegado a la tradición.
Agradecimiento
Al interior de la casa donde habitó José Fidencio se vive una fiesta. Mientras centenares de personas llegan para agradecer los favores del Niño, agrupaciones de fara fara, música banda y matachines ambientan el lugar con su música.
En la habitación principal está doña Fabiola López de la Fuente, rectora de la Iglesia Fidencista, quien a sus 91 años aún recuerda cuáles eran los gustos del Niño Fidencio, quien murió en 1938 tras días de hacer curaciones sin descanso.
“Al Niño le gustaba mucho que yo dijera poesías. Y me sé muchas, pero hoy ya estoy muy cansada”, comenta doña Fabiola.
Las celebraciones por el Fidencismo ya son un atractivo turístico para Nuevo León, pues cifras del municipio de Mina y de la Subsecretaría de Turismo de Nuevo León indican la visita de 200 mil peregrinos durante las fiestas de marzo y octubre.
El alcalde de Mina, Dámaso Cárdenas, explicó que si bien se cuenta con el apoyo de vigilancia en las carreteras y de servicios de salud en Espinazo, es necesario el apoyo con infraestructura eléctrica, servicio de agua potable y de alojamiento en el ejido.