La leyenda dice que Juan José Arreola sólo terminó la primaria, pero en la práctica la UNAM se convirtió en un espacio fundamental para su vida y su creación: llegó en 1956 para fundar, con otros cercanos, Poesía en voz alta, para hacer comentarios en Radio UNAM y convertirse en una figura central de la cultura universitaria.
Por ello, el escritor de Zapotlán el Grande, cuyo centenario se conmemorará en septiembre, fue el protagonista de las actividades de inauguración de la Fiesta del Libro y la Rosa en la UNAM, gracias a las palabras de Luisa Valenzuela y Sara Poot-Herrera, y a las de Orso y Alonso Arreola, hijo y nieto del escritor, respectivamente.
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"Como estudiante y promotor de teatro, ya un poco como escritor, como un hombre de radio, ese paradigmático personaje de Zapotlán el Grande, ese duende lorquiano, irrumpe de joven en el teatro, empieza a tratar a Villaurrutia, a Usigli, a todos los grandes personajes que formaron parte de los Contemporáneos. Influye en la vida de sus maestros y estos lo reconocen e integran a la literatura mexicana de mediados del siglo", cuenta Orso.
[OBJECT]Una mañana para evocar a un personaje extravagante e irreverente: un enamorado de los libros, un lector apasionado, agrega Orso, quien incluso llegó a definir a Juan José como un ruiseñor de la literatura mexicana y así lo explicaba: "Pocos escritores del siglo XX influyeron dentro de la sociedad, dentro del concepto de querer crear y crear para querer, tan de boga por principios del siglo XX, como lo hizo Arreola", cuyos textos, como dijera Octavio Paz, "son una ventana abierta a una literatura mexicana que estaba cerrada desde los tiempos iniciales de la revolución".
"Pienso que a Arreola —insistía su hijo— le tocó ser un paradigma en la literatura mexicana, un eslabón que lo mismo une a la generación del Ateneo, que es adoptado por los Contemporáneos y cómo, a mediados del siglo XX, cuando comienza a escribir, se convierte en una figura central".
Valenzuela definió a Juan José como un "juglar de juglares, maestro del cuento en tierra de novelistas y poetas", dentro de un recorrido que la llevó a recordar los encuentros que llegó a sostener el narrador mexicano con Julio Cortázar y con Jorge Luis Borges.
"Una constelación precisa y radiante, como el cinturón de Orión que nosotros llamamos las Tres Marías y otros llaman los Tres Reyes Magos, ellos tres, devotos cultores de la narrativa breve. Los maestros argentinos no pudieron menos que fijar su atención en el irreverente y disruptivo maestro mexicano. Los unía una misma pasión verbalmente zoófila, fantástica y literaria".
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