Siempre agradezco que un gran premio, incluyendo el Nobel, o un gran Festival o una Feria del Libro presenten a autores que no están en las listas de las grandes editoriales y sus circuitos. Que nos hagan navegar un poco a contracorriente de las inercias de la industria y nos permitan descubrir otros libros y otras personalidades. Ahora en la FIL se tendrá la suerte de conocer al notable poeta Subhro Bandopadhyay.
Antes de comentar su obra quiero mencionar que algunas de mis escritoras favoritas son de la India y aunque no estén presentes ahora en la FIL Guadalajara la ocasión permite por lo menos mencionarlas e invitar a que los lectores verdaderamente curiosos las busquen y las lean. Namita Gokhale es novelista y ensayista.
Entre sus 18 libros me encantan El libro de las sombras y Cosas que ir dejando. La historia, la religiosidad elemental y la fabulación se mezclan de manera siempre sorpresiva en su escritura mostrando cómo solo en la India eso puede ser cotidiano.
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Es fundadora y codirectora, junto con el gran historiador y escritor viajero William Dalrymple, del fabuloso Festival de Jaipur, por muchas razones el más interesante que he conocido.
De otra generación (nacida en los años ochenta), la poeta y narradora Sharanya Manivannan es autora de cinco libros premiados, de belleza inaudita y que siempre exploran a mujeres fuertes. Su novela La reina del país del Jazmín, situada en su región sureña, Tamil Nadú, demuestra que historia y sensualidad pueden ser una sola cosa.
Tiene libros para niños donde el tema principal es la muerte, volúmenes de cuentos y poesía. Los mitos y las culturas de donde ha vivido (Sri Lanka, Malasia, Chenai) surgen en sus textos con enorme libertad. La conocimos mi esposa Magui y yo hace tiempo en el Festival de Bali, cuando solo había publicado un libro de poemas y la hemos seguido y vuelto a ver con entusiasmo.
Esperamos con ansia su inminente novela, Constelación de cicatrices. La muy joven ganadora de importantes premios a la creatividad literaria y al periodismo es la brillante antropóloga, periodista, dramaturga y defensora de derechos humanos Shreya Illa Anasuya. Su obra es visible en revistas y periódicos. Vive en Bombay y su pieza de teatro más reciente, actualmente en escena por varias ciudades, se llama Gul, una historia contada con música, danza y poesía.
Subhro Bandopadhyay, seudónimo de Subhransu Benerjee, nacido al final de los años setenta en Calcuta, es autor de cinco libros de poesía, una biografía de Neruda, una novela y una antología de poesía bengalí contemporánea, La pared de agua (Ediciones Olifante, 2011), que es un verdadero tesoro y que se convirtió en uno de mis libros de cabecera. Aunque sean poemas verdaderamente contemporáneos y pocos hagan referencias locales, siempre algo en ellos me hace leerlos transportándome a esa región de artesanos y de agua donde surgió y escribió Tagore.
Y que transformó con su presencia. Así explica Subhro el título del libro: “Cuando las nubes avanzan silenciosas, grises, hasta tornarse oscuras en pocos minutos, significa que viene el monzón. Cuando estalla lo hace como una pared de agua que era impensable en pleno día de sol, pero ahí está, torrencial, refrescante, absolutamente necesario.
Con truenos, con relámpagos, hace suyas la luz, las calles, la vida de India. Algo similar ocurre al aproximarse a la poesía de este país y particularmente de Bengala”. Como lector llano, doy fe de que esto es cierto, y de que es una de las cualidades de la India. Lo mejor de algunos países, como México e India, está en su poesía, no en su política.
En España también se han publicado tres de sus libros de poesía: La ciudad leopardo (Ediciones Olifante, 2010), Poemas metálicos (Editorial Amargord, 2014) y el más reciente, que he leído en trance, Sumar sal (Ediciones El sastre de Apollinaire, 2018). La primera parte evoca “Inscripciones budistas” y es un viaje inmóvil hacia la vida interior de las cosas: “Me abro hacia adentro con los ojos cerrados./ Hay piedras dobladas que se ven/ bajo la luz de la sombra de los cuerpos”. Esa poderosa vista exploradora de lo imposible multiplica sus posibilidades en el tacto.
Aunque el poeta dice que no piensa “en el aire que se quemó antes de tocarlo”, sí nos asegura que palpa “la existencia del color en la silla con los dedos”. Con este poeta miramos por los ojos del insecto, nos relacionamos con el mundo por la herida, andamos sobre un césped cubierto de cristales.
En la segunda sección, la urbe a la que se regresa y la nostalgia son el río por el que navega nuestra extrañeza, nuestro renovado asombro. En la tercera, las ausencias notables, los gestos del padre y de la madre, se vuelven mágicas presencias.
Como corazón palpitante del libro, esta afirmación hecha como si hablara de México: “Desapareceré dentro de la crueldad cotidiana”, porque este libro reactiva la esencia del hecho poético al explorar dimensiones que son a la vez de muchos lugares y muchas personas, y que solo la poesía alcanza a tocar. Una obra deslumbrante.
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las actividades que tendrá el poeta Subhro Bandopadhyay
Subhro Bandopadhyay tiene cuatro actividades en la FIL pero, ojo, aparece en el programa con su nombre oficial: Subhransu Benerjee.
El domingo 1 a las 17 horas leerá su poesía en el pabellón de la India. El mismo día, a las 19 horas, presenta Luvina en el salón José Luis Martínez, con Silvia Eugenia Castillero.
El día 2, a las 18.30, hablará sobre la pasión de escribir en el salón 1. Y el día 3, a las 17 horas, con David Huerta y Ángel Ortuño se encontrará en el Salón Rulfo con mil jóvenes.