Entre la vieja y la nueva izquierda hay una ruptura, en gran parte generada por las maneras contemporáneas de enfrentar ciertos conflictos en los que una doctrina como el progresismo solía sustentarse en la idea de que el desarrollo tecnológico generaría un progreso para la humanidad en todos los aspectos.
“Uno podría pensar que, en una etapa como la que vivimos, cuando el desarrollo tecnológico es vertiginoso, eso sería celebrado por quienes se reconocen dentro del progresismo. Sin embargo, es allí donde nos encontramos a los más reaccionarios”, asegura el periodista y catedrático argentino Alejo Schapire, autor del libro La traición progresista (Edhasa Argentina), distribuido en México por Madre Editorial.
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Una realidad, al tiempo de problemática, que se puede encontrar en distintos movimientos contemporáneos: el ecologista, por ejemplo, que no confía en que la tecnología contaminante es la misma que nos servirá para hallar una solución, y se pregona un regreso a una naturaleza ideal, imposible, “que el ser humano ha conocido poco y nada”.
“La encontramos en los movimientos antirracistas y en los descoloniales, que no llaman a superar esa concepción del mundo en juzgar a la humanidad en función de su apariencia, a partir de su color de piel o su orientación sexual sino a fijarse de manera obsesiva en ellas para establecer categorías, lo que se parece a una concepción reaccionaria de lo que puede ser la humanidad”.
Desde la perspectiva de Alejo Schapire, hay una traición al progreso cuando se encuentra en esos movimientos una enorme desconfianza hacia la superación de conflictos y problemas que, supuestamente, el avance y tecnológico nos permitiría tratar de una manera mucho más clara.
“Lo que vemos en la actualidad es la exigencia de la censura, y alguien puede perder su trabajo por algo que dijo, por una obra que ofende a un colectivo, y esa censura ya no es ejercida por instituciones mojigatas, sino por esta vanguardia del progresismo, que nos explica cómo debemos de hablar o sobre quién puede hablar”.
La traición progresista, que cuenta con un prólogo de Pola Oloixarac, es definido como un intento por comprender las razones, los mecanismos y las consecuencias encerrados en esta traición, donde “los sectores tradicionalmente perseguidos son ahora los nuevos inquisidores, los que dictan la norma”.
“Hoy son los que dicen ‘nosotros somos el centro, la diversidad’ y lo que ayer era el centro debe ser purgado. La censura ya no se ejerce de manera vertical, sino es el vecino, el amigo o el que está en las redes sociales, en el linchamiento, la que desarrolla esa tarea”, enfatizó Alejo Schapire.
ÁSS