“Muy juguetón con el lenguaje, muy irreverente y muy transgresor”, así recuerda Ana Clavel a Darío Galicia, poeta al que la escritora sacó de las sombras para convertirlo en la luz de su más reciente libro, Por desobedecer a sus padres (2022).
“Lo que hago en la novela es ficcionalizar algunas partes para darle más coherencia a la historia que estoy planteando, que si bien es una apropiación de una biografía, mi intención no era revictimizar al personaje, ya de por sí con el tema de la lobotomía podía ser un asunto muy cruento”, comenta la escritora en entrevista con MILENIO desde la Feria Internacional del Libro de Guadalajara.
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Hasta su muerte en diciembre de 2019, Darío cargó con el peso de una intervención cerebral a la que lo sometieron sus padres para “quitarle lo homosexual”.
“No nos ha abandonado esa idea de que podemos transformar al otro a nuestro gusto o según porque lo amamos, como el amor de los padres, que quieren lo mejor para ti y a lo mejor lo que ellos conciben como mejor para ti es que nunca rompas el cascarón, que nunca desobedezcas”, señala Ana.
La autora de El amor es hambre (2015) externa que, en la vida, “si no desobedeces y te quedas con lo que te dicen, difícilmente vas a encontrar ese camino de libertad y afirmación propia que tiene que ver con la conciencia de uno mismo”.
Ana Clavel se encontró por primera vez con Darío en los pasillos de la Facultad de Filosofía y Letras durante los años 80, cuando él era una pluma cercana a los infrarrealistas, movimiento literario que encabezó Roberto Bolaño. “Le parecían como niños haciendo un escándalo, pero los quería, era muy amigo de Mario Santiago Papasquiaro”.
“La generación de Darío fue muy gozosa, estuvo explorando drogas, amor, era una fiesta permanente, un espíritu muy libertario hacia la amistad y la sexualidad como una vía de conocimiento. (…) La libertad que gozamos ahora tiene que ver con esos muchachos que soñaron que el mundo podía ser un mejor lugar y que la poesía podía ser un arma revolucionaria”, explica.
La escritora y varios infras se reencontraron con el poeta en 2019; llevaban un buen rato buscándolo para reeditar su libro La ciencia de la tristeza (1994).
“Lo encontramos muy deteriorado, en condiciones de pobreza, de indigencia”, recuerda Ana. “Esa parte me golpeó mucho, incluso hubo un momento que dejé de escribir porque me sentía muy culpable de no poderlo rescatar realmente. ¿Para qué chingados una novela si no puedes ayudar a la persona? A pesar de que hubo gente que apoyó, hicimos un llamado, se hizo una colecta, hubo respuesta, pero desafortunadamente la ayuda del Estado no fue inmediata, no se pudo concretar nada y Darío colgó los tenis”.
Por desobedecer a sus padres es un homenaje vital a esa mente que quedó inmortalizada en Los detectives salvajes (1998) como Ernesto San Epifanio. “Aunque se cuentan algunas partes muy tristes, toda la aventura de ir presentando la información de manera incierta, donde nada es lo que parece, donde los testimonios se contradicen, ver a Darío más allá del espejo, ya viviendo en el paìs de las maravillas y de la poesía delirante, todo eso es una propuesta lúdica”.
“El mejor de los homenajes que se le puede hacer a un autor es cuando retomas su espíritu”, afirma la autora.
Durante el desarrollo del libro, la ganadora del Premio Iberoamericano de Novela Elena Poniatowska 2013 se sumergió de cuerpo completo en el universo de Darío: “Yo empiezo siendo Ana Clavel y en la novela termino siendo Ana Laurel”.
También se atrevió a jugar más con el lenguaje y a invocar el universo de Alicia, el personaje de Lewis Carroll: “Me dio pie para convertirlo en un personaje maravilloso a la manera de Carroll, que aparecía y desaparecía, de pronto estaba en un lugar y luego en otro. (…) Retomé esos elementos fantásticos para dar mejor cuenta de situaciones absurdas”. El resultado de estas incursiones creativas fue “una novela poco convencional que echa mano de todos los géneros posibles”.
Con Por desobedecer a sus padres, Ana Clavel le rinde una suerte de justicia poética a Galicía y espera que la gente se acerque a la obra de ese “personaje maravilloso que le apostó todo a la poesía, a su ser homosexual, que orgullosamente se definía como gay desde los años 70, cuando nadíe se atrevía a salir del closet. Un transgresor”.
ÁSS