Se anunció como un “agitador” y lo cumplió. El cantante asturiano Rodrigo Cuevas aterrizó en el entablado del Foro FIL, apartado musical de la Feria Internacional del Libro de Guadalajara, con un manojo de folclor y otro tanto de desenfado, claves de su espectáculo en vivo, donde su máxima implícita es que nadie se quede sentado.
Sembrando flores, de los veracruzanos Los cojolites, invitados especiales, fue la canción con la que el ganador del Premio Nacional de las Músicas Actuales 2023 comenzó a labrar la noche jalisciense. Esbelto y energético, Cuevas de inmediato coqueteó y bromeó con los cientos de escuchas que atascaron la explanada de la Expo Guadalajara.
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Tras recorrer varias canciones de su disco más reciente, Manual de romería (2023), y de materiales anteriores como Manual de cortejo (2019), brindó con un tequila, no sin antes decir que los que acostumbran a hacerlo con la frase ‘chin chin’ tienen un lugar asegurado en el infierno, por simples.
Cuevas, artista total, se notó cómodo, rozando lo sensual, y muy divertido en el escenario. Su atuendo negro, aunque ajustado con una cinturilla color vino, le permitió bailar e ir a todos lados, incluso a ras de piso; ese fue el momento clímax, cuando el cantante de 39 años deambuló entre los espectadores, quienes le correspondieron el jolgorio.
Ya venía emocionado. En la conferencia previa al concierto, en la sala de prensa de la FIL Guadalajara, Rodrigo externó su deseo por celebrar la unión musical entre naciones: “La música tradicional española y mexicana tienen mucho que ver, se influyeron mucho la una y la otra y yo creo que está muy bien que sigamos influyéndonos”.
“Cuando uno tiene capacidad de llegar a un foro amplio de gente, siente la necesidad de hablar de ciertas cosas para dar voz a otras personas que no tienen esa oportunidad”, dijo en el encuentro con los medios. Y esto se reflejó en los comentarios mordaces, que lanzó durante su espectáculo.
Permaneció cautivando y cautivo. No esperó hasta el final del show para soltar agradecimientos y manifestar su gozo por la cálida respuesta a su arte. También reconoció a sus colegas, Los cojolites, quienes con su son jarocho empalmaron muy bien con él.
Esa sonrisa que permaneció en su rostro durante todo el concierto fue la mejor garantía de que, cuando dijo “Adiós”, en realidad fue un pícaro “Nos vemos pronto”.
HC