Bárbara Jacobs: una autobiografía intelectual

Entrevista

La narradora habla sobre la publicación de Rumbo al exilio final, libro donde exhibe la tramoya de su formación creativa.

Bárbara Jacobs, autora de 'Rumbo al exilio final'. (Cortesía)
Héctor González
Guadalajara /

De alguna manera somos lo que leemos. Si hoy Bárbara Jacobs es una escritora dedicada y afinada se debe en buena parte a que su padre le leía todo al tiempo y a la escritura de sus diarios en la edad adolescente. Así, con pequeños sucesos, se teje Rumbo al exilio final (Era), una suerte de biografía intelectual por medio de la cual exhibe la tramoya de su formación creativa y, por qué no decirlo, personal.

—A pesar de que el título tiene algo de despedida, Rumbo al exilio final es un libro gozoso, ¿no?

Quería escribir una especie de autobiografía intelectual. Me refiero a todos los pasajes de mi vida, personas o situaciones que tuvieron relación con mi formación de escritora. Aparecen quienes me dieron tal o cual libro. Recuerdo cuando publiqué por primera vez y en qué circunstancias. Invariablemente, cuando se escribe una obra de este tipo es porque uno siente que se está acercando al final de la vida.

—Aunque no podría decir que es un libro nostálgico.

No, porque no estoy triste. Me siento contenta. Además de mi formación literaria, el leit motiv de Rumbo al exilio final fue el agradecimiento a mis amigos, editores, periodistas e investigadores que se han ocupado de mi obra. Hablo también de la libertad que alcanzas cuando te liberas de la ilusión, que a su vez implica una responsabilidad y compromiso por dejar terminados los libros que tengo pendientes.

—¿Este libro se desprende del anterior, La buena compañía, donde se refirió a las lecturas que la han acompañado a lo largo del tiempo?

Es una buena observación. Digamos que La buena compañía es mi testamento literario y Rumbo al exilio final es mi testamento de vida. Entre ambos libros tuve un episodio muy intenso: caí en coma durante varios días. Al despertar adquirí una conciencia de la vida y de lo que quiero hacer en el tiempo que me queda. No sé si acabaré los libros que tengo pendientes, pero tengo el compromiso de hacerlo. Fue un periodo complejo y aquí tengo que agradecer a Julio Eutiquio Sarabia, quien me publicó un primer testimonio de aquella experiencia en su revista Crítica. Aquel texto se llama “La época horizontal de Bárbara”. Al poco tiempo de publicar este texto encontré el estímulo de escribir el libro, es decir, fue una secuencia de datos y experiencias. Otro dato curioso es que mientras La buena compañía me tomó 18 años de trabajo, Rumbo al exilio final me tomó unos dos meses.

—¿Después del coma sintió una pulsión de vida y una imperiosa necesidad de poner en orden las cosas?

Así es. Desde hace 23 años el editor Avelino Sordo Vilchis le pide a un autor una autobiografía intelectual para obsequiarla el Día Internacional del Libro. A partir de su petición me puse a trabajar en forma alrededor de Rumbo al exilio final; sin embargo, su publicación circula entre un pequeño grupo, de modo que cuando mis editores de Era vieron el libro me propusieron hacer una edición accesible para cualquier lector.

—¿Qué proceso le representó hacer este ejercicio de memoria intelectual?

Fue una revelación porque no había tenido tiempo de investigar en mis cuadernos ni archivos, toda la asociación de ideas que sostiene el libro. Todo partió de indagar una idea básica: mi relación con la literatura y la escritura. Sobre la marcha descubrí que quería una suerte de ejercicio de agradecimiento con todos quienes se han atravesado en este camino.

—¿Cómo fue el proceso para separar la parte intelectual de la personal en el caso de gente tan cercana a usted como Augusto Monterroso o Coral Bracho?

Mi relación con ellos es muy directa, desde luego, pero intenté contarlo de manera objetiva. En general, quienes circulan el libro son referidos desde una perspectiva intelectual. Incluso a algunos críticos o periodistas de los que hablo ni siquiera los conozco. No sé, tal vez por mi cercanía con la muerte sentí la necesidad de expresarles mi gratitud.

—¿Qué sensación tiene hacia la muerte después del coma y de publicar este libro?

Tengo una sensación muy clara de alegría de vivir, pero de desapego de la vida. Es raro, pero creo que pude llegar a esto después de la experiencia por la que atravesé.

ÁSS

LAS MÁS VISTAS