Benito Taibo fue primero escucha, siempre atento, de las historias que surgían de las tertulias familiares, encabezadas siempre por el primero de los Taibo. A partir de ahí comenzó su faceta como lector: y ahí se quedó, más allá de que después se haya convertido en periodista, en cronista, en encargado de áreas de comunicación, en poeta, en narrador, en un permanente promotor de la lectura —más allá de que la palabra promoción o fomento no sea de su total agrado.
Con una historia resumida en unas cuantas líneas, pero que refleja décadas de entrega a la palabra, Benito une su nombre al de Paco Ignacio Taibo I como parte de la lista de galardonados con el Premio y Homenaje Nacional de Periodismo Cultural Fernando Benítez, que se otorga en la Feria Internacional del Libro de Guadalajara.
“El reconocimiento representa el haber sido fiel al legado que nos ha dejado mi padre, que era muy sencillo: estás aquí para contar historias y para, a veces, ser los ojos de quienes no están allí para ver, para ser los oídos de quienes están ahí para oír y en algunas significativas, espectaculares y hasta heroicas ocasiones, convertirse en un vehículo para hacer justicia, incluyendo la justicia poética”, es lo primero que dice en entrevista el, en la actualidad, director de Radio UNAM.
Y es que once años después de que los recibiera el patriarca de la tribu, Benito tiene una nueva oportunidad para reflexionar en torno a lo que recibió de su padre, ese inmenso amor por el oficio, por las palabras, por saber que estamos honrando el legado de la tribu. “Para mí es un inmenso orgullo y un privilegio recibir el mismo reconocimiento de mi padre, aunque también hay un inmenso pudor: nunca en mi vida he optado por una beca, ni he entrado a un concurso, ni he hecho nada para que sucedan las cosas que me han llenado de sorpresa, de asombro y de maravilla”.
Curiosidad del lector
Alrededor de una década trabajó al lado de Taibo I, tiempo en el que logró atrapar mucho de lo que es su manera de entender no solo a la cultura, sino el mundo que le rodea, si bien reconoce en José Emilio Pacheco a uno de los ejemplos intelectuales y morales que deberíamos tener en México. “José Emilio, semana a semana, con los ojos llenos de asombro, como si fuera un niño, nos contaba sus descubrimientos en su Inventario. Ese es un acto de generosidad. Gracias a él leo a Chesterton, a Cavafis, a cientos, y esto es un claro ejemplo de lo que debería ser un intelectual: utilizar el conocimiento para ser compartido con los demás”.
De alguna manera, eso es lo que ha intentado hacer como periodista, escritor, poeta o funcionario al servicio de los libros y de la palabra: compartir el mapa de la isla del tesoro, “todo lo que aprendí y vi sin moverme de un sillón. Soy un lector que escribe, pero eso es una suerte de añadido a mi profesión verdadera. Siempre tengo la sensación de que el tiempo, este animal rabioso que te va quitando horas y vida, me impedirá leer todo lo que quiero. Lucho contra él, sé que tengo la batalla perdida y, sin embargo, me siento bastante contento de lo que he logrado como lector, un panorama bastante amplio de lo que sucede en el mundo”.
Al mismo tiempo, Benito Taibo es un convencido de que todo ello viene de la curiosidad, convertido en el motor que nos mueve y nos lleva a buscar cosas nuevas, de mantener su compromiso con la cultura y, en particular, con la posibilidad de contar historias. “El periodismo cultural es parte del periodismo; puedes detenerte en cosas muy poéticas o muy plásticas, como ese giro que da la bailarina mientras queda suspendida en el aire, y puedes desarrollar ese instante de estupefacción de quienes lo están viendo”.
Al mismo tiempo, se permite hacer una crítica a la manera en que se ejerce el periodismo cultural en nuestros días, con la impresión de que en los medios es más importante la sangre.
“Durante mucho tiempo ha sido más importante saber cuánto cuesta un festival que quiénes participarían. Como si la cultura fuera una suerte de mal necesario en el que había que poner recursos, lo que no quiere decir que no sea importante la transparencia, pero a veces, por ser excesivamente puntillosos, olvidamos lo importante y es ahí donde tenemos que volver a posar nuestra mirada”.
Su mirada se centra en las historias de otros, en las palabras de otros, en las imágenes de otros, en lo que la cultura y el arte transmitan como una necesidad de nuestro tiempo. Son los ojos de Benito Taibo.
ASS