La charla desenfadada entre Amaranta Monterrubio, Guillermo Quijas y Bernardo Esquinca sobre Necropolitana incluyó confesiones de la vida íntima del autor, comentarios sobre su atuendo (Esquinca portaba un pectoral de plumas rojas y llevaba las uñas pintadas de colores) así como detalles sobre la forma de construir la saga del periodista Casasola.
Quedó claro que la manicura es un homenaje al Atlas y que lo del pectoral de plumas sigue siendo un misterio. Para situar al público en el contexto de la saga del periodista Casasola, Bernardo Esquinca se remontó al momento en que entabló su primer contacto con la editorial Almadía, de la cual dijo que es la relación amorosa más sustancial que ha tenido. “Me he divorciado en dos ocasiones. Es una relación más longeva que mis dos matrimonios: la primera me aguantó siete años y la segunda… nueve, mientras que con Almadía llevo catorce”, aseguró Esquinca.
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Durante la charla, precisó que la novela es la quinta entrega de la saga y que el título, Necropolitana, es un concepto que tiene qué ver con la megapolisonancia, la energía atrapada en los edificios antiguos. “La Ciudad de México tiene muchos edificios con energía, como el antiguo Palacio de la Inquisición, que sale en la portada del libro, y que convoca a un mago nigromante que utiliza la energía acumulada en estos edificios, sobre todo en el Centro Histórico, para destruir el corazón de la metrópoli. La misión de Casasola consiste en salvar la ciudad y enfrentar al mago que quiere destruirla”.
El autor confesó:
“Encontré una fórmula que me ha permitido crear un rompecabezas de épocas que he aplicado en mis últimos libros y que me permite ir al pasado de la Ciudad de México, porque Casasola no puede ser un detective del presente. Vivimos en un país donde la justicia no existe. Así que ¿cómo puedes ser un detective y resolver un crimen en una novela policiaca cuando no hay justicia?”
ÁSS