Bruno Vieira Amaral: “La periferia es una de mis obsesiones”

FIL Guadalajara

La ficción sirve para dar lógica, para dar sentido a aquello que parece caótico, dice el autor de "Las primeras cosas", quien habla de su literatura y cómo se inserta en la tradición de la literatura portuguesa.

"Almeida Garrete es el primer ejemplo de una escritura moderna del siglo XIX" aseguró el escritor | Sandra Bautista/Milenio
Guadalajara /

El escritor portugués Bruno Vieira Amaral (Barreiro, 1978), premios Pen Club y José Saramago 2015 por su novela Las primeras cosas, confiesa que la periferia es una de las obsesiones de su literatura, que incluye reseñas críticas a las obras de dos narradores mexicanos: Élmer Mendoza y David Toscana .

Con ese único libro publicado en español, por la editorial especializada en autores portugueses La Umbría y la Solana, Vieira Amaral visitó por primera vez México y la FIL de Guadalajara, para conversar sobre el tema con el rumano Dan Lungu, que no llegó por problemas de salud.

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Vieira Amaral, en entrevista con MILENIO, habló de la periferia como tópico de sus novelas y cuentos: Las primeras cosas, Hoje estaras comigo no Paraiso, Manobras de Guerrilha y Uma ida ao motel.

“En las novelas y la ficción que he publicado, el espacio geográfico es el de la periferia, de los suburbios de Lisboa, que es el lugar donde crecí, de hecho. Y he escrito insistentemente sobre ese lugar, porque es una de mis obsesiones. Es mi lugar de pertenencia, de donde vengo, pero estaba un poco alejado de la literatura, no era retratado por la literatura”, comenta el también crítico literario y editor.

Aunque subraya que esa ausencia de libros no fue la razón que le motivó a escribir sobre ese universo.

“Más bien buscaba conocer bien a los personajes que habitan ese mundo, y también porque es más fácil inventar, crear narrativas, personajes, en un mundo cuyas reglas yo conozco bien. El resultado es que esos personajes inventados, esos acontecimientos ficcionados se vuelven más creíbles para mí porque están dentro del espíritu de ese lugar, un espíritu que yo conozco muy bien”, añade Vieira Amaral.

Aduce que por eso sus obras se ocupan mucho de la periferia como un lugar, que no solamente es geográfico, sino también social y económico. Apunta que en Portugal hay una gran tradición de literatura que se enfoca en mundo rural, pero muy poca a los suburbios, lo urbano, su lenguaje, a tratar problemas específicamente urbanos. “Esa tradición, llamémosla rural, aún sigue en la actualidad”, dice.

Cita el caso de José Luís Peixoto, también ganador del premio José Saramago 2001 en Portugal, a quien la editorial mexicana independiente Cuadrivio le ha traducido y publicado El camino imperfecto, Regreso a casa, La casa en la oscuridad y Una casa en la oscuridad, y próximamente El niño en ruinas.

“Pero hay muchos autores que no se han ocupado propiamente del mundo rural ni tampoco retrataban la vida de las ciudades y mucho menos de las periferias, o sea, realidades urbanas que nacieron hace 50, 60 años, y esos lugares estaban muy fuera de la literatura. Por tanto, la literatura portuguesa, yo creo que tiene una vocación muy rural, que es marcada, a lo largo de 150 años, por muchos autores.
“Hay algunos ejemplos de autores más centrados en la ciudad, como José Maria Eça de Queirós, aunque uno de sus libros más famosos, precisamente titulado La ciudad y las sierras, o sea, la oposición entre el mundo urbano y el mundo rural, haciendo el elogio del mundo rural, de la simplicidad y la verdad del mundo rural, en oposición a la confusión de la ciudad en relación a una cierta deshumanización provocada por la ciudad. Es un tema muy antiguo el de la ciudad como corruptora de la naturaleza humana y del campo en cuanto a la preservación de esa pureza del ser humano”, añade.
La ficción sirve para dar lógica, para dar sentido a aquello que parece caótico, dice el autor de "Las primeras cosas" | Sandra Bautista/Milenio

Para Vieira Amaral, eso explica un poco esa tendencia de mirar constantemente al pasado rural, porque en Portugal, incluso muchos de los autores actuales tienen raíces en ese mundo.

“De ahí esa tendencia. Por tanto, en Portugal la literatura nunca se tornó demasiado urbana, al contrario, probablemente, de lo que para en otras literaturas”, dice el autor en el stand de la Unión Europea de la FIL.

¿Cómo se siente en una tradición literaria como la portuguesa que ha dado tantos monstruos?

Un escritor, incluso si no lo quiere, cuando escribe en una determinada lengua, se inserta siempre en una tradición. Él puede escribir para rebelarse contra esa tradición, o puede escribir conscientemente dentro de esa tradición. Tengo conciencia de que estoy dentro de una tradición que viene desde el padre Antonio Vieira, que influyó mucho en Saramago, pasando por autores del siglo XIX, como Eça de Queiroz, Camilo Castelo Branco, Almeida Garret, que es un autor del siglo XIX muy urbano, el primer escritor moderno portugués, que trajo una nueva lengua, un poco diferente de la más barroca, por ejemplo, del padre Antonio Vieira. Almeida Garrete es el primer ejemplo de una escritura moderna del siglo XIX. Y el escritor de hoy, aunque no escriba pensando en los escritores del pasado, está dentro de esa tradición y de una manera u otra dialoga siempre con esa tradición. Puede hacerlo de una forma un poco más consciente o inconsciente.

¿Cómo es en el caso de usted?

Tengo conciencia de que me inserto en esa tradición de una larga alineación de escritores, que cada uno innovó y trajo novedades a la lengua portuguesa. Por otro lado, percibo que al retratar determinadas realidades eso exige una renovación del lenguaje. Para retratar el mundo que yo quiero retratar, geográfico, social, económico, necesito de un lenguaje que no me puede ser dado por esa tradición. O sea, estando dentro de esa tradición, tengo que buscar nuevas formas. Y eso tiene que ver con la sintaxis urbana, la manera de hablar propia de las personas de los suburbios que tienen influencias, por ejemplo, tanto de Brasil, por la televisión, como de África, de personas que trajeron muchas influencias para el lenguaje, influencias del portugués que se hablaba en África y hasta de lenguas africanas. Y yo quiero traer todas esas novedades porque son esenciales para retratar aquel mundo que quiero retratar. No puede ser de otra manera. Tengo un pie en la tradición y otro en una renovación del propio lenguaje.

De sus obras, solo se ha traducido al español Las primeras cosas, su novela debut. ¿Esa búsqueda del lenguaje de la que me habla ha impedido más traducciones por su dificultad?


Puede ser. Pero siempre hay posibilidades de adaptar. Hay muchos autores que usan ese lenguaje, esa jerga, ese caló de ciertas regiones, en cualquier parte del mundo. Y es un desafío porque este trae también es color de otros lugares para meterlo en otro idioma. Si escribimos de una forma plana, pensando en la traducción, en lo que es fácil de traducir, estamos traicionando nuestra propia lengua y la verdad, porque la verdad de los personajes se expresa en su forma de hablar. Puedo tardar diez páginas en describir a una persona, decir lo que viste, cómo es ella, qué come...

Pero, ¡basta! Mejor pongo a la persona a hablar para dar mucha más información sobre lo que es ella. Entonces, para mí, el lenguaje es una parte de la esencia de la persona, porque esa es mi materia prima, es con las palabras y con el lenguaje que trabajo. Puede ser una justificación, porque entiendo que hoy los editores extranjeros buscan cosas más fáciles de traducir y que eso sea un obstáculo para la traducción. Pero, cuando escribo, no estoy pensando en la traducibilidad de los libros, estoy pensando en la verdad de mis personajes y en la narrativa que estoy contando.

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¿Ese es el rasgo común de sus obras?

Mis tres novelas y el libro de cuentos tienen en común esa preocupación con un determinado espacio social, económico, geográfico. Pero ese es apenas el punto de partida para hablar de cuestiones más profundas desde el punto de vista nacional, pero también universal. Cuando escribo sobre mi barrio, sobre su gente, sus personajes, si un lector mexicano lee esos libros, puede identificarse con las cuestiones allí retratadas. Las primeras cosas se publicó en Macedonia y hubo lectores que me dijeron que el barrió del libro parecía uno de Macedonia, un país completamente diferente de Portugal.

Habiendo cosas muy particulares, muy específicas, de aquella sociedad en aquel tiempo, los años 80, a pesar de eso hay puntos de contacto con lectores de cualquier país, porque los temas son universales. El punto es que todos esos personajes viven en una situación de pobreza material, de escasez material, todos tienen orígenes muy diferentes y la forma en que enfrentan sus dificultades tiene mucho que ver con sus orígenes. Son formas diferentes de luchar y enfrentar la adversidad.

¿Y que inspira Hoje estaras comigo no Paraiso?

Partí del caso del asesinato de un primo mío cuando yo tenía siete años allá en el barrio, para hablar de cosas como el colonialismo, la relación de las personas con la idea de patria, de nación, si podemos ser patriotas sin ser nacionalistas, qué es lo que separa al patriotismo del nacionalismo. Uso ese punto de partida de cuestiones que me son muy próximas, de un lugar que me es muy próximo, para ir más allá, pero es solo un punto de partida. Y siempre una gran preocupación en mirar a las personas, a los personajes y pensar cómo es vivir la vida de esta persona. Ese es básicamente el tema de mi tercera novela, que parte de conversaciones que tuve con un amigo de infancia, que cuando lo reencontré estaba viviendo en una casa abandonada y solo tenía un perro por compañía, y percibí que debía contar aquella historia porque había crecido con ese joven, aunque habíamos seguido rumbos totalmente distintos.

Percibir cómo es que él llegó a ese punto, qué es lo que sucedió, qué decisiones tomó, qué cosas sucedieron en su vida que lo llevaron ahí. Y esa es una preocupación que está en todos los libros: ¿Qué es lo que lleva una persona de un punto a otro?, porque en la ficción nada es aleatorio, tiene que haber una lógica. La ficción sirve para dar lógica, para dar sentido a aquello que parece caótico.

LHM



  • José Juan de Ávila
  • jdeavila2006@yahoo.fr
  • Periodista egresado de UNAM. Trabajó en La Jornada, Reforma, El Universal, Milenio, CNNMéxico, entre otros medios, en Política y Cultura.

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