Lo único que se sabe con certeza de los follamantes es que, cuando se ensamblan, vuelan. Pero no lo hacen porque no pudieran hacerlo solos, o porque sean dos mitades de un artefacto que necesitaba completarse.
Cuando les preguntas, te dicen que vuelan de puro contentos y de ganas de bailar en el aire.
Y se abrazan.
Y se van.
Volando.
“Los follamantes son un homenaje a los cronopios de Julio Cortázar, título que siempre me ha gustado. Yo creo que si hubieran tenido sexo cuando lo escribió, serían los follamantes. No puedo mejorar a Cortázar, pero me gustan esas personas que llevan colores en el bolsillo para pintarle los caparazones a las tortugas. Son esas ideas poéticas que me gusta mezclar con mis historias de amor. A veces la vida es una mierda, porque terminas tu relación con un libro entre las manos sin destinataria, pero luego te das cuenta de que eso no importa, sino el haberlo hecho.
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“La idea que lo originó sigue viva pero no vigente, el amor, aunque recuerdo que me sentía volar en aquel momento. No importa la orientación sexual de las personas, sino que se dejen llevar aunque el romance termine. No está escrito todo lo que viví en aquellos días, pero sí lo que pensaba que podía estar implícito en este libro.
“Hablo aquí de la libertad en un sentido amplio. No me refiero a una relación abierta, sino a una en donde no se empequeñezca al otro, donde nadie se atenga sino que quiera tener al otro, ofrecerse, es decir, tenerse mutuamente, no obstante, lo mejor es sostenerse, pero nos han enseñado otras cosas, como si lo que importara fueran las apariencias. Inventamos amor para permitirnos desear.
“La poesía tiene que manchar, si no mancha no es real. Ahora estoy editando poesía, quiero ver hasta dónde llega este boom en España, qué pasa cuando baje la espuma. Por ahora solo puedo decirle a los demás: lean, hijos de puta, ¡y vivan!
“No puedes pasarte toda la vida queriendo publicar algo y después decir que se te fue la inspiración. Yo tengo 30 novelas por escribir antes de morirme. Si a eso le sumas las fiestas que me quedan por vivir, el asunto se pone complicado.
“Doy clases, viajo debido a mi trabajo por Francia, Suiza, otros países donde doy talleres de un día, de cinco horas. Es un trabajo y ejercicio intenso; con eso mucha gente tendrá una base para poder escribir. Deseo hacerlo en México próximamente.”
ÁSS