Chandra Choubey: “El miedo es el infierno”

Entrevista

Académico indio radicado en Puebla, cuenta con dos doctorados honoris causa y busca compartir con sus lectores herramientas para olvidarse del sufrimiento.

El autor de 'Del vientre a la muerte. El viaje de la vida'. (Foto: Verónica Maza Bustamante)
Verónica Maza Bustamante
Guadalajara /

¿Cómo llegaste a México?

Llegué para hacer un doctorado sobre Juan Rulfo y el país. Ya llevo 22 años aquí, estoy casado con una mexicana, tengo una hija y doy pláticas en todas las ciudades. Gracias al escritor empecé a descifrar esta nación, de la que me enamoré. Lo que narra Rulfo es igual a lo que pasa en la India: a la gente no le dan la tierra, hay un anhelo de bienestar social con el llano en llamas.

¿Y cómo fuiste de Pedro Páramo a Del vientre a la muerte. El viaje de la vida, el libro que presentaste en la FIL?

Mi lugar de nacimiento, Buxar, es un lugar muy chico a la orilla del río Ganges. Desde niño tenía una pasión especial por la mente humana y por trabajar con la gente. En mi pueblo incineraban a la gente; me comencé a preguntar qué pasa con la vida cuando unos crean su propio infierno y otros su propio paraíso, dependiendo de su visión del amor, entre otros asuntos. Ya que me establecí en México decidí retomar lo dicho por varios psicólogos, con sustentos académicos, para tratar de entender lo que de niño ya me cuestionaba.

La gente está al filo de la tumba y comienza a dar patadas, a pensar que pudo haber hecho mejor esto o aquello, pero en lugar de eso hay que abrir los ojos para ver lo que hay dentro y no únicamente lo que queremos o creemos ver. Quiero dar herramientas para jóvenes, para recién casados, con las que comprendan que sí es posible crear un mundo que valga la pena, en el que no cometamos los mismos errores.

¿Entendiendo que el sufrimiento es optativo?

La parte mental es muy fuerte. La enfermedad que mata a más gente es la depresión, pero el reporte de la autopsia no dice que murió deprimido, sino ahogado, ahorcado o con pastillas; ¡debería quedar claro! Esta parte emocional no se ha tratado con la responsabilidad que amerita en el ámbito médico. La actitud en la vida es importante: jamás va a curar un cáncer, pero ayuda a que te vaya mejor con la quimioterapia. No hay que dejar de tomar tus medicinas, sino de recuperar las ganas de vivir. El amor correspondido es la puerta al paraíso. El no correspondido se convierte en miedo, y el miedo es el infierno. Hay que entenderlo y tomar un camino en base a lo que esperamos del acto de vivir.


ÁSS

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