Cuando se desaparece gente, el mejor poema es el no escrito: Javier Sicilia

FIL 2019

El potea, narrador y activista habla de su traducción de Sobre la lectura, de Proust, que presenta este 30 de noviembre a las 19:30 horas.

Javier Sicilia, poeta y traductor de 'Sobre la poesía'. (Foto: Claudia Guadarrama)
Adriana Cortés Koloffon
Guadalajara /

Javier Sicilia, poeta, narrador y activista, autor de Tríptico del desierto, El deshabitado y El fondo de la noche, entre otros libros, tradujo Sobre la lectura, de Proust (Dirección de Literatura UNAM), que presenta este 30 de noviembre a las 19:30 horas en la FIL de Guadalajara y del que habla en la siguiente conversación.

—¿Qué le emocionó al traducir Sobre la lectura de Proust?

La densidad de su mirada, su capacidad de vincular el acto de la lectura con la vida que la rodea y las preguntas y reflexiones que sobre la vida misma suscita una lectura atenta.

—¿Cómo influyó la estética de Ruskin en Proust?

En su intento de buscar y rescatar la verdad impresa en la obra de arte. Esa tesis, fundamental en toda la obra de Ruskin, hizo posible no sólo el ensayo de Proust Sobre la lectura —una profundización y una discusión con el argumento de Ruskin—, sino el nacimiento de lo que será esa obra maestra que es En busca del tiempo perdido. Sobre la lectura podría haber sido una más de las reflexiones de las que está llena esa obra maestra de la literatura. Podría decir, incluso, que En busca del tiempo perdido nació precisamente de la lectura que Proust hizo de Ruskin. Sobre la lectura es en sí un ejemplo de cómo debe leerse a un autor.

—¿De qué forma cuestiona Proust la idea ruskiana de que la lectura, al igual que la contemplación de las obras de arte, "es un diálogo con los hombres del pasado y que en ese diálogo le arrebatamos a la inmortalidad de la belleza la verdad moral", como dice usted en el prefacio?

Proust en realidad no cuestiona propiamente la tesis de Ruskin, la complejiza y la lleva más allá de la verdad moral. Para Proust, al igual que para Ruskin, la verdad se encuentra en el tiempo resguardada por los libros y las obras de arte. Pero para encontrarla es necesaria la actividad creadora de quien lee o contempla una obra. Las obras de arte, como todos los signos de nuestra vida intelectual, sólo revelan la verdad —no sólo la verdad moral, sino también la verdad espiritual, dice Proust—. si somos capaces de darle un sentido. De no hacerlo así, la lectura o la contemplación quedan vacías, se vuelven un puro espectáculo sin significado vital.

—Memoria, lectura, escritura: ¿trinomio que permite sobrevivir a la muerte?

Sí, siempre y cuando, como propone Proust, esas tres funciones se hagan de manera atenta, hasta hacernos tocar la verdad moral y espiritual que guardan para nosotros.

—¿La lectura, según Proust, una suerte de disciplina terapéutica?

Para Proust la lectura, en la medida en que es una palabra que proviene de otro y es dicha en el interior de nuestra soledad, nos incita a abrir puertas desconocidas de nuestro mundo interior y nos alivia de la vulgaridad. Puede, sin embargo, también ser nociva como un Farmakon cuando, dice Proust, en lugar de despertarnos a la vida personal del espíritu, tiende a suplantarla, a presentarnos la verdad no como un ideal que podemos alcanzar, sino como algo que está allí dado en los libros.

—¿Aún escribe poesía?

No, dejé de hacerlo cuando asesinaron a mi hijo Juan Francisco y le escribí mi último poema “El mundo ya no es digno de la palabra”. Sobre ello, entre muchas cosas más, hablo en mi novela testimonial o de no ficción El deshabitado. Cuando se asesina o se desaparece gente como desde hace décadas se hace en México, cuando los políticos usan la palabra para mentir y encubrir franjas enteras de la realidad o justificar el horror, el mejor poema, dice Georges Steiner, “es el no escrito”. Si la poesía no es capaz de refundar el sentido para una sociedad sumida en la barbarie como la nuestra, hay que guardarla como una cosa preciosa en las urnas del silencio. Sin embargo, porque la poesía es un don, sigo mirando como poeta, escuchando como poeta, sintiendo como poeta y a veces la poesía se me desborda en un acto o en el uso cotidiano de mi lenguaje.

—En estos tiempos que corren, ¿para qué leer?

Si se hace como Proust propone y lo hace: con exquisita atención, sirve para humanizarnos y elevarnos por encima de la barbarie y de la estupidez que la acompaña. No basta leer –la modernidad y la velocidad de los medios de información producen una gran cantidad de analfabetas funcionales, otra enfermedad de la lectura que la hace nociva--, hay que leer descubriendo la verdad que el libro contiene, para que esa verdad nos abra a verdades que nos habitan y nos transforman en el sentido de lo humano. De lo contrario leer o no leer es la misma cosa, no sirve para nada.

—Las ideas expuestas en Sobre la lectura me recuerdan a las de Hannah Arendt expuestas ante sus alumnos, en la película de Anja Fromm, a quienes les explica que quizá la comprensión del significado de la belleza les evite cometer actos de tremenda barbarie, como lo hicieron los Nazis. ¿Recuperar la belleza a través del arte? ¿Será posible en estos tiempos tan atroces?

No lo sé. Muchos nazis eran gente culta y, sin embargo, hicieron lo que hicieron. Incluso acompañaban con música las ejecuciones o el paso de los judíos hacia la cámara de gas. Hay que leer “Fuga de la muerte”, de Paul Celan, para saberlo. Durante la época de la Solución Final, el gran pianista Walter Gieseking tocó en Múnich durante varias noches la obra completa para piano de Debussy. Mientras lo hacía, ante una audiencia abarrotada, los gritos de la gente que encerraban como animales en vagones cerrados para ser trasladada al campo de Dachau, llegaban hasta la sala donde Gieseking interpretaba a uno de los más grandes músicos de finales del siglo XIX y principios del XX. Nadie se inmutó, nadie salió de la sala descompuesto, ni siquiera Gieseking dejó de tocar en protesta. La belleza puede también ser colaboradora de los victimarios y connivente con mal. Hay que ir a profundidades muy grandes del espíritu para que se cumpla el significado que Arendt descubre en la belleza. A esa forma de leer y de mirar nos convoca Sobre la lectura de Proust.


ÁSS

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