Diego Enrique Osorno (México, 1980) es un reportero al que le gusta la inmersión en los temas que le interesan; por eso En la montaña (Anagrama) contrasta la utópica travesía del zapatismo con la violenta democracia mexicana del siglo XXI e incluye su insólito encuentro con el narcotraficante “El Mayo” Zambada.
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¿Cómo concebiste el proyecto?
El libro empieza con un viaje que hago antes de subirme a la montaña zapatista; arranca en el norte del país para reunirme con “El Mayo” Zambada, que para mí era la figura crucial de todo el engranaje del mundo criminal-político de los últimos años en México. Hay algunas claves que voy contando en el libro y entrelazando los preparativos del viaje en el barco con los zapatistas y contraponiendo un poco la épica de la insurrección zapatista con la guerra contra el narco.
Son dos hechos importantes.
Sin duda, y son procesos que marcan socialmente al país. Mi generación fue marcada por el zapatismo. En 1994 nos desacomoda y nos hace tener la ilusión de una democracia, de una transformación y, de repente, en la democracia, cuando se supone que va a empezar a vivirse el momento de las libertades, ocurre la guerra contra el narco.
Entonces, ¿es un libro de viajes?
Sí, de viajes. El corazón es la utopía, y la utopía la representa el zapatismo, pero contrapongo esa utopía con la barbarie de la democracia; hay otras dicotomías como el norte y el sur, la guerra y la paz. El libro tiene el afán de complejizar un poco la memoria de nuestra realidad reciente, no verla de una forma maniquea, como hoy se pretende: ¿eres 4T o anti-4T? Más allá de esa absurda dicotomía, hay la posibilidad de tener una memoria mucho más potente, una imaginación política más trascendental.
Algo que me impresiona de tu trabajo es la manera en la que abordas diferentes temas: “El Mayo” Zambada, Paco Stanley, el zapatismo.
Me considero esencialmente un reportero. Está en mi ADN, y a partir de ahí, sobre todo en la crónica, descubrí la imagen, la gramática audiovisual. El cine documental y la crónica se volvieron muy similares. No distingo mucho cómo registro en imagen o en palabra, sino que voy viviendo la inmersión en las historias. Investigo, pero lo más importante para hacer una crónica no es la investigación, sino la inmersión.
¿Qué piensas hacer con tu trabajo sobre "El Mayo" Zambada?
Fue un encuentro muy especial sin imaginar que después vendría la operación de Estados Unidos para llevárselo. Ahora estoy terminando de descifrar muchas cosas de lo que significaron esas tres horas de encuentro. Y en el libro cuento mi impresión y hago un retrato de “El Mayo”: una personalidad que asume su rol de mediador y de ser alguien con más perspectiva política que bélica.
¿Qué es el periodismo para ti?
Es una búsqueda intuitiva. Tengo planes e ideas de cosas que quiero hacer en el futuro, pero mucho va ocurriendo como una sorpresa, a veces agradable y a veces desagradable.
¿No dejas de buscar historias?
Algo que me gusta del zapatismo es que se trata de un movimiento que siempre está en redefinición; no es un movimiento dogmático. Todo el tiempo está haciendo crítica y autocrítica y eso es algo con lo que yo me identifico.
ÁSS