El tiempo cede
y entreabre
su delicada profundidad. (Puertas
que unas a otras se protegen; que unas en otras entran;
huellas,
rastros de mar.) Un otoño
de leños y hojarascas. En su fondo:
La esperanza translúcida del placer; sus hiedras infinitas;
Oro:
foliaciones de luz: Fuego que enraiza en el metal
florecido,
y un musgo fino,
incandescente.
Su aflorada señal
Si ríe el emperador
cae un filo que corta
y divide el reino.
Una mitad se hunde. Otra
es el dorado salón.
Su risa es la flama breve
en los candelabros
y el seco aroma
de la pira. Una llama que tiembla
como un espejo;
su aflorada señal.
ÁSS