Para el vedanta advaita, rama no dualista del hinduismo, la existencia de cada ser fluye en unidad total con lo demás. Cuerpo, mente y alma se funden sin distinción en una vivencia humana que se desprende de lo múltiple y unitario para transformarse en la experiencia que incluye cada experiencia, sin división entre lo que cada sujeto percibe y lo percibido.
La pregunta fundamental de esta doctrina es “¿quién soy yo?”, más allá de las apariencias, de las labores cotidianas, de cargos, títulos y habilidades. Existe una respuesta que aplica en cada caso, pero no basta con decirla pues es necesario entenderla: “Soy todo y soy nada”. Cuando se llega a esa conclusión libre de ego, de apegos y tras un viaje por el silencio, todo se transforma. Todo es posible.
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La Feria Internacional del Libro de Guadalajara tiene mucho de advaita si se sabe escuchar lo que sucede en su interior, en sus tripas elaboradas por millones de hojas de papel, en sus venas constituidas por pasillos llenos de gente, en ese corazón que pulsa en el Pabellón de la India, país invitado de esta edición 2019, tan lleno de esa literatura que hace falta en la era digital por estar basada en experiencias personales intensas, complejas y meditativas; tan ocupado por libros en cuyas portadas aparecen los rostros de hombres de piel morena surcada por arrugas, de mujeres con el cabello cubierto por coloridos velos; de personas que se han dedicado a alimentar su espíritu.
Espíritu, entendido de otra manera, es también lo que impulsa a quienes cada año llegan con su maleta llena de proyectos y labores, de alegrías y tristezas, quizá algunas enfermedades, amores perdidos o reencontrados, con la disposición de ofrendar su tiempo a este encuentro anual en donde pueden hacerse tantos recorridos como estrellas hay en el cielo.
La emoción que Pamela Díaz, coordinadora de Difusión y Promoción de Penguin Random House, sintió la primera vez que vino a la FIL sigue estando presente en cada reunión. La diferencia es que cada edición es una sorpresa, debido a lo que se puede conocer del país invitado. Este año se siente fascinada por las elucubraciones en torno a la reencarnación y la concepción del tiempo que tienen los indios: “Hay una historia sobre un hombre que no pudo volver a conciliar el sueño pensando en la idea de eternidad que representaban los parpadeos de Vishnú”, cuenta. Su referencia recuerda el insomnio de quienes habitan por nueve días este mar de letras, generado ya sea por la fiesta, el trabajo o el deseo.
Luego de acomodar los libros que integran la colección de la editorial Turner en el stand de Océano, Erick Muñoz rememora los años que trabajó en la librería Nalanda, fundada por Fernando Díaz de la Serna en el barrio de Coyoacán, donde promovió ejemplares especializados en las grandes tradiciones espirituales de la humanidad. “Leer sobre budismo, hinduísmo, jainismo, es muy interesante”, afirma. Sin duda, es un mundo inmenso por descubrir el de la India, pero uno muy especial, pues es capaz de transformar la vida de quienes se dejan adiestrar por sus pensadores, sus sabios, sus dioses y sus leyendas, lo mismo estén en el Nirvana que en la lista de bestsellers al mero estilo de Bollywood.
Las calles de Rajastán, el sonido del santur, los movimientos de la serpiente en un acto de encantamiento y transformación, el alma de Shiva y la lucha de Gandhi, la sabiduría de Buda y la energía cósmica estarán presentes en el Foro FIL, cuya programación ha llamado la atención del periodista Primitivo Olvera, quien afirma que este diciembre es particular, diferente a los anteriores. Ansía ver los bailes y apreciar los cantos, aplaudiendo lo desconocido como quien goza de un alma libre.
Una delegación de India seleccionó la oferta artística. Este año no habrá propuestas mexicanas relacionadas con la música, a excepción de la presentación del grupo de la embajada de India en México. “Los bailes son protagonistas este 2019, más que las canciones. Esperamos que después de convivir con los autores, el público vaya al foro para que se empape de esta cultura excepcional”, invita el promotor cultural Juan Carlos Flores.
En medio de todo ello, habrá espacio para el silencio. Para ser todo durante las presentaciones y, a la vez, ser nada en un mar de almas. El vacío es la meta, pero alcanzar la vacuidad no es para todo público. Bastará, por ahora, darle la bienvenida a la conciencia para sumergirse en los múltiples infinitos particulares aquí presentes.
Hare Krishna, hare Krishna, Krishna Krishna, hare hare, jare rama, rama rama, jare jare.
Que comience la travesía por esta magnífica senda.
ÁSS