El dibujo me ha salvado la vida: Bef

FIL Guadalajara 2018

Autor de las novelas gráficas Uncle Bill, El instante amarillo, Bef presenta Habla María, donde retrata el autismo de su hija mayor.

Bef es novelista gráfico y no gráfico. (Foto: Paula Vázquez)
Eduardo Limón
Guadalajara /

A lo largo de su extensa carrera como novelista gráfico y no gráfico, Bernardo Fernández, Bef, ha abordado una gran diversidad de asuntos que van desde la ciencia ficción hasta lo policiaco. Sin embargo, nunca como ahora su trazo e inventiva se habían puesto al servicio de una historia profundamente personal: la del autismo que presenta su hija mayor y cómo él y su entorno familiar han tratado de resolver la problemática con la que súbitamente se enfrentaron desde hace unos años. De ello trata Habla María, su trabajo más reciente que es, a la par de una descarnada confesión, una pulcra apuesta narrativa que desde ya puede inscribirse entre sus trabajos más relevantes.

Aunque convertido en personaje has aparecido dentro de tus propios libros en algunas ocasiones (Uncle Bill, El instante amarillo), Habla María se trata de tu trabajo más personal. ¿En algún momento dudaste que publicarías esta historia?

Al iniciar el trabajo con este libro habían dos cosas: por un lado el pudor —siento que tenemos demasiada autoficción en México— y, por el otro, lo que trato es un asunto extremadamente personal y doloroso, y por ello no estaba seguro si era pertinente publicar algo así, tan íntimo.

Finalmente, trabajar un libro como Habla María implicó un proceso de sanación, pero también, hablando de la arrogancia del autor, me pareció que este libro hacía falta en mi estante y, quizás, en el estante de alguien más. Había un testimonio que me interesaba compartir porque información, digamos “dura”, sobre el autismo hay mucha, pero hay muy poco material que se dirija al papá, que era lo que yo quería enfatizar, particularmente el momento en el que te dan el diagnóstico.

¿Cuánto tiempo estuvo esta historia en tu cabeza?

Unos siete años.

¿Qué tanto fue transformándose el libro, sobre todo en los planos narrativos, conforme fuiste bocetándolo a través de los años?

En la gráfica, cada elemento aporta una fortaleza. El color, por ejemplo, es un elemento narrativo que cuando haces prosa sencillamente no está ahí pues la palabra es una abstracción absoluta. El color no es mejor que la palabra, es muy diferente, pero no podría haber contado esta historia con puras letras: hubiera sido muy árido y demasiado cuesta abajo para mí. El recurso de la imagen no solo me daba un respiro, sino que además me permitió un cierto espíritu lúdico que creo aligera la historia.

¿Por ello, para contarla, preferiste el recurso gráfico que el escrito?

Es que a mí el dibujo me ha salvado siempre en la vida. Siempre. Me ha dado una vocación, me ha abierto las puertas en todos lados. Por ello pude contar la historia dibujándola. Escrita simplemente no hubiera podido.

¿Tu hija María ha visto el libro?

Sí. Le encanta, le gusta mucho verse. Para mis hijas, María y Sofía, es muy natural verse dibujadas; las he dibujado todo el tiempo. Supongo que como para la hija de un músico debe ser natural escuchar música todo el día, para las hijas de un monero lo normal es verse dibujadas todos los días.

¿Cómo te sientes con respecto a Habla María?

Espero que el libro se defienda solo. No vuelvo a él porque ya sabes que abres el libro una vez que está publicado y lo primero que salta es la errata. Rara vez vuelvo a leer mis libros. No lo hago justamente por la neurosis del creador.


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