Al cabo de 10 años de ardua labor, el Diccionario de mexicanismos propios y compartidos, de la Academia Mexicana de la Lengua, ha sido editado por Planeta y en él pueden encontrarse más de 11 mil voces, algunas de ellas con 20 o 25 acepciones, detalla Concepción Company Company, integrante de la Academia e investigadora emérita de la UNAM.
Ella ideó, propuso y dirigió lo que calificó como una proeza titánica colectiva. “El propósito de concretar esta iniciativa siempre fue otorgar una carta de naturaleza, de autoridad y de seguridad a los mexicanos de que nuestros modos de hablar están en pie de igualdad con los de otros países. Hasta el momento es el diccionario que ha realizado la Academia Mexicana de la Lengua de mayor envergadura”, dice en entrevista.
- Te recomendamos Alberto Manguel: “Podría no escribir, pero no dejar de leer” FIL
“Hemos contrastado cada palabra contra el español de España y hemos visto lo que compartimos y lo que no compartimos con los países de Hispanoamérica. Hemos detectado las palabras propias que son nuestras y de nadie más”, explica entusiasmada al tiempo que repara en lo siguiente: “Tenemos que estar seguros de que si te recoges el pelo llevas un chongo y en algunas zonas del país molote también, y no moño, pero nos ponemos nuestros moños si nos ponemos exigentes”.
Fotografía cultural
Company Company también es integrante del Colegio Nacional y se encuentra en la FIL Guadalajara para promover el diccionario.
“Un mexicanismo no es indigenismo; mexicanismo es cualquier forma del mundo cotidiano, culto, de la distancia o proximidad comunicativa que usamos los mexicanos en nuestro día a día, banqueta o gafete, y con este diccionario queremos no solo regalarle a la sociedad mexicana un reconocimiento gozoso de sus modos de hablar, queremos que se reconozca y se identifique”.
Para la lingüista: “Todo diccionario es una herramienta, como una fotografía cultural filtrada por arbitrariedades, simbolismos, convenciones centenarias que una sociedad ha acumulado. Es una fotografía cultural y de visión de mundo que tiene un pueblo. Hay mexicanismos que son indigenismos, construcciones mixtas de lengua española e indígena. ‘A darle que es mole de olla’, ‘Saber un titipuchal’, ‘Moverse como chimicuil’, esos son mexicanismos, colocaciones fijadas centenariamente en donde el español pone la palabra ligera como ‘dar’, ‘saber’, y la lengua indígena pone la palabra especializada: “El mero, mero petatero”.
Regalos al mundo
“Hay indigenismos que ya no son nuestros. Son regalos al mundo: chocolate, aguacate, tomate. El ajolote hace 10 años era mexicano y se puso de moda en la literatura, en la plástica, ya no es nuestro, este y los otros ejemplos se generalizaron. Hay varias palabras endémicas de México que decidimos ponerles la marca generalizada: ‘azteca’, ‘taco’ pero este ya no es nuestro, hay tacos por todas partes. A algunas les pusimos supranacional cuando era compartido con Hispanoamérica”.
Company menciona que hicieron un intento grande por definir de manera no sinonímica las palabras. “No supeditar el español de México a otras formas del español, por eso ‘catarina’ está definida con todas las características biológicas del animalito, y al final ponemos punto y coma ‘mariquita’, porque así lo reconoce el español de México. Quisimos dar un marcado sociolingüístico muy grande para que sepa el usuario cuándo puede decir la palabra y cuándo no y en qué contexto”.
La lingüista señala: “Una dinámica de cualquier lengua es que cuando más distante es mi interlocutor, yo uso un español más general y compartido, y cuando más próximo es mi interlocultor, más mexicanismos afloran. El proceso de dialectalización para asentarse al español de México se refleja mejor en el mundo de la proximidad comunicativa. Por ejemplo: ‘alguien es un alumno muy aplicado’, en la proximidad comunicativa es ‘alguien es un alumno ñoño’”.
“El español de México es diverso. Hemos intentado recoger palabras de toda la República Mexicana, lo cual ha resultado muy difícil porque hay que confirmar que tal o cual palabra lleva en uso varios años. Yo creo que este diccionario se renovará cada cinco años. El trabajo de un lingüista es seguir oyendo y tenemos un repositorio de formas que tal vez no entraron en este diccionario, seguramente entrarán en una siguiente edición”.