La FIL Guadalajara se rinde ante el encanto de Elena Poniatowska

FIL Guadalajara 2022

La escritora Rosa Montero fue la encargada del homenaje a la mexicana; ambas dialogaron en el Auditorio Juan Rulfo.

Elena Poniatowska, escritora y periodista, en la FIL Guadalajara 2022. (Foto: Ariel Ojeda)
Guadalajara /

El público ama intensamente a Elena Poniatowska (Francia, 1932). Su popularidad volvió a quedar manifiesta en el homenaje que la FIL Guadalajara le rindió a través de la escritora española Rosa Montero, quien platicó con ella sobre su libro El amante polaco, el motivo perfecto para hablar de la propia vida de la escritora mexicana.

La novela se refiere al último rey de Polonia, Stanisław Poniatowski, antepasado de Elena, y a ella misma, algo que Rosa Montero resaltó varias veces durante la charla, cuando decía que ambos comparten una conciencia democrática y una forma de ser diferente al resto de las personas.

“Estoy maravillada, aplastada, estupefacta con Elena, quien a sus 90 años está preparando una nueva novela”. A lo que ella respondió que no le dedica el mejor tiempo a la literatura, ya que “hago periodismo y una novela necesita manos limpias… La literatura es un espacio precioso al que no entro siempre”, le dijo a la escritora española, quien recordó que se conocen desde 1981.

Elena le contó a Rosa y al público que siempre quiso hacer libros útiles, “dirigidos a los demás” porque decía que ya se iba a morir, “a petatear”. Y es que las alusiones a la edad de ambas escritoras fue constante en la charla, Rosa diciendo que solo es unos pocos años menor que Elena y esta hablando de sus amigos fallecidos, Fuentes, Monsiváis, Rojo, Pacheco, tal como hizo en mayo durante el homenaje que se le rindió en Bellas Artes por sus 90 años.

El amor

Rosa Montero recorrió hechos de la vida de Stanisław (como su amor y pasión por la zarina Catalina la Grande) a la par que de la vida de Elena, narrados en ese libro de 2019, mientras que el público celebraba la manera de responder de Elena, con frases divertidas o populares, como cuando se dijo a sí misma “hija de la guayaba” o que los albañiles la chuleaban cuando era joven.

La española volvió a preguntarle por la novela que prepara y Elena reiteró: “Recuerda que soy periodista, me preocupa lo que pasa en mi país, leo todas las mañanas los periódicos. El periodismo, quisiera retirarme…” La escritora no acabó la frase porque el público gritó “¡no!”, así que solo sonrió.

Entonces Rosa aprovechó para decirle que siempre la ve sonriente: “Es porque tengo el labio superior corto”, respondió y la gente soltó la carcajada y volvió a aplaudirle.

Montero seguía contando extractos de El amante polaco y recordándole a Elena episodios de su vida y de su obra, como los temas sobre violencia que ha tocado a través de sus novelas y artículos periodísticos: Tlatelolco, los asesinatos de los periodistas Manuel Buendía y Regina Martínez.

“También la realidad de la política, como el movimiento zapatista, la desaparición de los 43 normalistas. Eres una figura épica, colectiva, social, heroína, luchadora…” Elena le dijo que hablar de todo eso le ha costado mentadas de madre, amenazas, “son gajes del oficio”. Y dijo que no tiene miedo “porque tengo una capacidad para la inconciencia”.
“A veces me siento culpable por estar a la máquina por contar esas historias. ¿Hice a alguien feliz con ellas?” “¡Sííííí!”, respondió su público.

Las historias de Elena y su antepasado continuaron. “Los días del amor son muy cortos”, citó Rosa a la mexicana y este tema trascendental llegó a la plática. Entonces Elena dijo la frase que acabó de desarmar al público que llenó la sala Juan Rulfo para rendirle homenaje: “Sigo teniendo la posibilidad de enamorarme hoy en la noche”.

Fue el momento de hablar de su esposo, el astrónomo Guillermo Haro. “Amó las estrellas, a sus tres hijos, a los jóvenes; mandó muchos a Estados Unidos y hoy hay muchos astrónomos mexicanos. Yo estoy muy orgullosa de Guillermo”.

Frases e ideas como estas fueron las que ensalzó Rosa de la obra de Poniatowska: “Fijaos cómo escribe, qué bonito escribe esta guerrera que va caminando por la selva oscura”.

Al final, la española leyó un fragmento escrito por Elena en el libro del que se habló. Aludía a la madre de la escritora y cómo le enseñó a hacer y tomar el té. Fue tan conmovedor que todos se pusieron de pie para ovacionar el talento de esta mujer de 90 años, quien los veía conmovida y emocionada, al borde de las lágrimas. Elena ya no dijo más, su sonrisa resumió su sentir, era una sonrisa muy diferente a esa que había mencionado Rosa minutos antes.

“¡Viva Elenita!”, gritó una mujer, y la ovación siguió.


  • Sandra Meneses Morales
  • blanca.meneses@milenio.com
  • Editora de Cultura. Periodista y editora con 28 años de experiencia en los medios de comunicación más destacados de México. Licenciada en Ciencias de la Comunicación por la Facultad de Ciencias Políticas y Sociales de la UNAM. Enlazo ideas, palabras, imágenes y les doy un sentido trascendente y entretenido.

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