La muerte es, para Elia Barceló, “la otra cara de la vida”. Una compañera inevitable. Por eso la escritora española no le tiene “tanto miedo” y la aborda con “diferentes lógicas” en su más reciente novela, La soga de cristal (Roca Editorial, 2024), tercera parte de la serie Santa Rita. “La gente que muere aquí... es asesinada, hay que hablar claro, hasta cierto punto se lo merecía”.
En entrevista con MILENIO desde la Feria Internacional del Libro de Guadalajara 2024, la llamada ‘Dama de los mil mundos’ dice que, cuando empieza a trabajar en una novela, hay personajes que van a morir. Lo tiene planeado. “Pero de repente se me muere un personaje que no creía y funciona”.
“Me pasó con un personaje que quería mucho, una enfermera de un psiquiátrico que estaba previsto hiciera más cosas, un loco agarra un bisturí y se lo clava. Estaba escribiendo y fue de ‘¿Cómo que la mató?’. Volví a empezar a contar la historia, llegaba a ese momento y el tipo la volvía a matar… Mi subconsciente sabe más que yo”.
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¿Te pasa mucho que los personajes te llevan por otros rumbos?
Cuando era jovencita fui a una conferencia de un escritor de fama que decía que los personajes se independizan. Me parecía una tontería. Pero te das cuenta que sin un personaje está bien hecho, toma decisiones que tú no eres consciente. También en una cosa que estaba escribiendo, uno de mis policías tenía que hacer algo pero dijo 'No voy a poder porque este fin de semana me tocan los niños'. Luego resultó que tenía lógica que tuviera hijos porque le marcaba algo del carácter.
Tu conoces a los personajes mejor que a tu familia o tus amigos, porque siempre sabes si está mintiendo, qué ilusiones tiene, qué es lo que oculta. Con tus amigos y familia no; uno nunca sabe realmente qué hace en la cabeza de su madre o su marido.
En los tiempos actuales, la realidad supera la ficción.
Mi mente está hecha para ver cualquier desarrollo nuevo en lo técnico, científico. Cuando me entero, enseguida lo giro a lo malo que nos puedo hacer. Además, como está el mundo en la actualidad, se inventa cualquier cosa y no hay legislación; la legislación empieza cuando tenemos los problemas. Habrá que poner unas leyes de uso y funcionamiento, por ejemplo, con las grandes fortunas o monopolios como Amazon.
¿Estos límites también los consideras pertinentes para las redes sociales?
Totalmente. Sobre todo para personas muy jóvenes, de 5-10 años, porque el daño que se les está haciendo es tremendo; no entiendo cómo los padres no se dan cuenta que se les está licuando el cerebro a sus hijos. ¡Nos estamos cargando a una generación! Estamos montando una sociedad donde el dinero es el motor de todo y eso destruye la ética.
¿Y dónde encuentras esperanza?
Soy una persona bastante optimista. Pienso que hay una parte de seres humanos que no quieren ir por ese camino, los que están a favor del planeta, de los árboles, la vegetación. Y en las escuelas, donde los jóvenes se pueden dar cuenta que este es el único lugar en que podemos vivir y que si destruimos nuestro hogar, se acabo. Soy optimista en los jóvenes, en los que no están enganchados con el móvil y tienen tiempo de pensar en otras cosas.
Una de las cosas que para mí es definitoria de la feria de Guadalajara es que hay muchísima población joven. En otras ferias hay gente que va a trabajar y gente mayor que va a leer, pero gente joven como en la FIL Guadalajara, no. Eso me da mucha esperanza.
En tus libros, dentro de la fantasía, arrojas situaciones sociales palpables.
En lo más fantástico que pueda escribir siempre hay un pozo de realidad, de critica y, sobre todo, de posicionamiento político. Para mí, la literatura es el lugar donde se hacen las preguntas, está hecha para inquietar la mente de los lectores; cuando vas a un libro, empiezas a preguntarte '¿Y si me pasara a mí? ¿Y si ocurriera en mi barrio?'.
¿Y cómo te sientes ante aquellas escritoras que te consideran pionera e inspiración?
Me siento vieja, porque si me ven como una pionera, ya soy vieja, que no está mal, forma parte de la vida. A veces pienso en que cuando saqué mi primer cuento no pensé que llegaría a estar en un sitio como Guadalajara haciendo una presentación sobre ciencia ficción. En aquella época eramos cuatro locos haciendo nuestras tonterías. Ahora tengo un montón de novelas y estoy aquí, vieja pero feliz.
Me gusta que ya haya tantas mujeres escribiendo ciencia ficción. Antes había mujeres, pero estadunidenses, y ahora hay muchas que la hacen en español. En eso puedo ser moderadamente optimista.
Para cerrar. ¿Por qué escribes?
Porque no lo puedo evitar. He llegado a la conclusión de que escribir es mi manera de estar en el mundo, y es lo único que considero puedo dar; hay muchísimas cosas en el mundo que no van bien y me gustaría poder cambiarlas, entonces, escribiendo es la única manera que puedo contribuir.
hc