Emel Mathlouthi y la medida del arte sonoro

FIL Guadalajara 2022

La cantautora, compositora, intérprete y productora tunecino-estadounidense fue la encargada de inaugurar el Foro FIL.

La cantante tunesina Emel Mathlouthi en el Foro FIL. (Foto: Ariel Ojeda)
Verónica Maza Bustamante
Guadalajara /

Lo primero que sientes de Emel es su voz. Retumba, infinita, en el interior de quien la escucha. De su boca salen sonidos y emociones. Una mezcla de las exploraciones vocales y sonoras de Lisa Gerrard, de Dead Can Dance, de Joan Baez, Jefferson Airplane, The Cranberries, Tool, Björk…

Es voz. Es cuerpo. Es rostro. Es alas.

El concierto comienza. Emel gira en una suerte de danza sufí con su falda ondeando, el collar dorado de círculos casi estático sobre su pecho. Un vestido con mangas abombadas y unas trenzas enroscadas al estilo Princesa Leia Organa le dan un look radical.

Es eso. Una reina de Star Wars rodeada de sonidos envolventes y oscuros. Toma unas baquetas y golpea un tambor azul. Una tarola grande, robusta. Convoca a la guerra. Cada golpe del tambor estalla en el pecho. Su sonido son burbujas que flotan en el espacio de un Foro FIL con todos los asientos ocupados.

Es la reina de Saba con mucha ropa que a ratos suena a fado, con una suerte de dolor en un idioma diferente. Parece que nos explica algo. ¡Y conmueve tanto! El público la ovaciona de pie. Es una experta transformadora de emociones. Es un gusto permanente. Es arte. Bello, complejo, directo. Humano.

Todo se quema

En septiembre de 2019, Emel Mathlouthi presentó su álbum Everywhere We Looked Was Burning, en el que levanta la voz sobre el cambio climático. Ella ve su música como un reto. El mundo está ardiendo y, con él, las entrañas de esta creadora maravillosa que cuenta con una de las voces más potentes que he escuchado.

La acompañan dos jóvenes en el escenario, en una mezcla interesante: dos sintetizadores, percusiones (timbales, tarola, platillos). ¡Los colores que salen de su boca te transportan a ese lugar en tu interior donde habita el dolor! Ese penar por lo vivido, por este planeta que se está muriendo lentamente y por el que poco se hace.

De pronto estoy llorando. Ella también. El público ovaciona. Es el consuelo de un año loco. “En un mundo donde los océanos se llenan de plástico y los niños se hunden en el mar por llegar a otra tierra buscando una mejor vida, tenemos la música y la literatura para cambiar las cosas y ver el camino a seguir”, expone.

Además, abruma. Porque es mujer, es árabe, es osada a la par que recatada. Es lo más atrevido de lo que no se atreve. Es un ser que conmueve porque es libre. Porque se ve que ha encontrado la manera de volar en un mundo donde la manga y la falda larga se obliga.

Es seductor ver a una mujer tan cubierta y a la vez tan desnuda. Tan fina y tan guerrera. Tan sonriente y tan consciente. Tan tunecina. Tan universal.

Da lo mismo el nombre de Dios. Quien haya decidido que ella debía estar en este mundo, sabía lo hacía. Y queda claro, además, que quien habita en la dimensión verdadera del arte encuentra el sentido más profundo de su existencia.

LAS MÁS VISTAS

¿Ya tienes cuenta? Inicia sesión aquí.

Crea tu cuenta ¡GRATIS! para seguir leyendo

No te cuesta nada, únete al periodismo con carácter.

Hola, todavía no has validado tu correo electrónico

Para continuar leyendo da click en continuar.