Cuando Eufrosina Cruz entró al salón Juan Rulfo de la FIL a contar la historia de cómo se convirtió en activista de los derechos de las mujeres indígenas de inmediato se impuso un silencio respetuoso en el evento Mil Jóvenes con.
Acompañada del escritor Benito Taibo, la política oaxaqueña y promotora de la igualdad de género saludó carismáticamente al auditorio en su lengua madre, el zapoteco, y enseguida pasó al español.
“Cuando a ti la vida no te da oportunidades entiendes que tú tienes que arrebatarle a la vida tu oportunidad; vengo de un pueblo, Quiegolani, en Oaxaca, donde había mucha pobreza y marginación, pero sobre todo pobreza y marginación de la mente, cuando una mente no se educa tiene un chingo de miedo”.
Eufrosina Cruz agregó “nunca me he sentido víctima, pero entendí que no estamos destinadas a ser invisibles; no creo en los subsidios gubernamentales para las comunidades, creo en la verdadera creación de igualdad de oportunidades”.
Posteriormente contó que cuando salió de su comunidad y aprendió a hablar español, tuvo que vender chicles y frutas en las calles para pagarse sus estudios que al cabo, de regreso a su pueblo, utilizaría para ayudar a su familia y a su entidad.
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“Me volví un problema para los usos y costumbres de mi comunidad, cuando gané la elección para presidente municipal y me anularon el triunfo en algún momento lloré de ser indígena, de ser mujer, pero hoy mi comunidad ya aprendió que nadie puede negarnos nuestros derechos humanos escudándose en lo de los usos y costumbres, ya aprendieron que eso no es justo”.
Casi al final una niña de una comunidad indígena de Jalisco tomó el micrófono y nerviosa y conmovida dijo a la expositora: “te agradezco por la inspiración, yo te admiro, le damos las gracias por la inspiración”.
Con información de Juan Carlos Cruz
MC