Y a una persona, ¿cuántas veces se la puede arrancar de raíz y esperar que siga viviendo? ¿No morimos, como los árboles, desde la primera vez, aunque demos algunos frutos, algunos hijos, cuando nos trasplantan a tierras fértiles y tropicales? Son las preguntas que presenta Siempre un destierro, una novela familiar sobre la identidad, el exilio, el desarraigo, el amor, las ilusiones perdidas y la persistencia de la memoria de la escritora capitalina Gabriela Couturier.
"Nos encontramos una carta de amor de un hombre pero que va escrita a los papás de dicha mujer con la cual se quería casar. Ellos eran franceses pero estaban viviendo en Veracruz y la carta apareció siglo y pico después en un granero, algo masticada por las ratas y a mí se me hizo que la circunstancia en que se había encontrado la carta, el lenguaje con el que estaba escrito, los sentimientos, la manera cómo se dirigen a los papás ya contaba una historia" compartió sobre el proceso creativo.
"El hecho de pretender a una mujer cuyos papás no conocía eso era algo muy rico y tuve la suerte de contar con un archivo personal de cartas que se enviaron ñ de Veracruz hacia Francia en la última década del siglo 19 y la primera del siglo 20. Ahí los migrantes contaban como les estaba yendo en Veracruz", detalló
Ellos habían huido de alguna manera debido a las necesidades, por pobreza y por necesidad. Y fue ese acercamiento al tema de la migración en que la autora descubrió muchas cosas.
"Sobre todas las cosas en que se han comentado de los migrantes y que son falsas que son en realidad quiénes tienen las agallas para salir en búsqueda de algo mejor. Es justamente ese tipo de historia que narra esas circunstancias que los empujaron pero más que sea una historia del siglo 19 o esta circunstancia particular es una historia muy humana, con la necesidad de buscar el amor y hacer o dejar algo mejor para los hijos a pesar de lo que cuesta”, explicó
La obra está llena de detalles de la época y de las locaciones en que se desarrolla lo que tuvieron un trabajo de investigación al respecto.
"Hice mucha investigación porque busqué que fuera muy real. No quería anacronismos, errores de esos que sacan al lector de la historia. Me interesaba mucho que estando dentro de ella la vivieran, la olieran. Y por eso el tejido era tan importante como el escenario donde sucede la acción".
Sobre sus personajes aunque admitió que todos son sus favoritos, "hay algunos que surgieron de manera inesperada como el personaje epistolar y otros que costaron trabajo como Ernesto, hubo un momento en que de la desesperación lo saqué de la historia y lo volví a meter. Quizá me costó trabajo por ser un personaje masculino y tratar de entenderlo. Él fue quien tuvo el coraje de irse, la valentía de emigrar y los demás giran a su alrededor", finalizó.