"Queríamos oler y tocar libros": lectores vuelven con entusiasmo a la FIL

La pandemia de covid-19 arrebató incluso este acto de seducción que se hace masivo en la Feria Internacional del Libro de Guadalajara.

Dos lectoras inspeccionan un libro en la FIL. (Melinda Llamas | FIL)
José Antonio Belmont
Guadalajara /

Comprar un libro es un acto de seducción: se toma, se revisa de un lado, de otro, si se puede se hojea e incluso se huele (¿A qué huele un libro? ¿A qué huele el papel nuevo?). Este cortejo a veces es inesperado, pues ese libro no se buscaba y de repente llama la atención y uno voltea y va a él. De una u otra forma, si el coqueteo es total, ese libro se va a casa con uno.

La pandemia de covid-19 arrebató incluso este acto de seducción que se hace masivo en la Feria Internacional del Libro (FIL) de Guadalajara, “la reunión editorial más importante de Iberoamérica”.

Pero este sábado, en la Expo Guadalajara, el cortejo volvió, con tapabocas, pero regresó.

Los filtros sanitarios comenzaron con un cuestionario que hay que llenar en la página oficial de la FIL; ya en el lugar hay que pasar por una cabina sanitizante, gel antibacterial y toma de temperatura, algo ya usual.

Ahora hay que abandonar la Expo Guadalajara a las 2 de la tarde porque durante las siguientes dos horas el recinto se sanitiza. Pero unos 20 minutos antes de las 4 de la tarde, ya se avizoran las filas.

“Virtual todo mundo estaba cansado, de por sí tienes trabajo virtual, si tienes hijos, escuela virtual, entonces que fuera la FIL virtual fue muy cansado”, aseguró Monserrat Ramírez, asidua visitando a la feria, según confesó.
“Nos gusta que sea presencial, tener los libros, volverlos a oler, y ver escritores, era lo que más se extrañaba, ya queríamos tocar, oler los libros”, exclamó Fernanda Rangel, quien honró a Perú, el país invitado en el área de comida.

La FIL volvió: gente, en su mayoría joven, sentada en el piso o en las escaleras leyendo u hojeando lo que los conquistó. Cientos, muchos niños con sus padres de la mano, caminando de nueva cuenta por los pasillos, cuyos nombres van desde avenida Poetas, Novelistas, Cuentistas…

También decenas en salones presentando y desmenuzando libros, igual literatura policiaca que textos de política, pero siempre exhibiendo el libro en el presidium como un acto más de coqueteo.

Pero no todo es literatura, también hay música para amenizar el cortejo, y, quizá, no hay mejor que un piano para ello. “Si sabes tocarlo, toma gel antibacterial y sube con cuidado por el escalón”, ofrece un mensaje de una editorial especializada en música.


​bgpa

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