El infinito en un junco (2019), de Irene Vallejo, y Una historia de la lectura (1996), de Alberto Manguel, son obras que demuestran un gran amor por los libros, y esto le valió a sus autores recibir la Medalla Carlos Fuentes de manos de Silvia Lemus, compañera del autor de La región más transparente (1958), en la edición 36 de la Feria Internacional del libro de Guadalajara.
En un acto que marcó la apertura del Salón Literario, la escritora española y el bibliófilo argentino-canadiense compartieron con Rosa Beltrán, la moderadora de la charla, y con los lectores, su gusto por recorrer mundos a través de ese objeto que, de tener una biografía, sería “una novela negra”, afirmó Irene Vallejo. “Una novela llena de enemigos acechantes en la sombra, que están buscando la forma de controlar, de mantener silenciados ciertos libros y, sobre todo, de elegir quiénes son las personas que leen”, expuso la filóloga.
- Te recomendamos Poesía, revolución y libertad: el discurso de Mircea Cărtărescu en la FIL Guadalajara FIL
Irene Vallejo resaltó el poder de emancipación de la lectura, que ha provocado “que muchas dictaduras, y no solo dictaduras, incluso momentos que pensamos que son ilustrados, sociedades que imaginamos abiertas, tengan resistencia a la expansión de la lectura”.
La autora de El futuro recordado (2020) puso como ejemplo los siglos XVIII y XIX, cuando no se hablaba de la ausencia de lectura, sino del peligro de leer demasiado: “La explicación era que la literatura favorece la ensoñación, y estos sueños podrían ser sinónimo de libertad, de expectativas, de inconformismo con su propio destino. Se decía que las personas que caían en esta fiebre de la lectura abandonaban sus obligaciones, sus trabajos; no eran tan productivos. De muchas maneras y en muchas épocas, la literatura ha sido profundamente revolucionaria, y estoy convencida que lo sigue siendo ahora mismo”, afirmó la escritora, quien reveló su intención de reivindicar “ese placer de la ensoñación y esas capacidades que los libros nos facilitan, nos regalan, nos entregan”.
Sobre esta lucha de los libros contra sus enemigos, Alberto Manguel habló de lo peligroso que es el poder de la lectura para gobiernos totalitarios: “Estamos viviendo un renacimiento del fascismo como no se ha visto nunca, y no podemos entender, los que somos lectores, cómo hay esa falta de memoria”.
También mencionó a Salman Rushdie, quien fue atacado por un fanático religioso el pasado 12 de agosto durante una conferencia en Nueva York: “Esa es la demostración del peligro que significa la lectura, los libros, para los gobiernos. El gobierno protestó contra la FIL porque los estudiantes habían pedido más presupuesto para su universidad, pero es obligación del gobierno educar, fomentar la lectura”, destacó el escritor sobre la manifestación que tuvo lugar durante la inauguración de la Feria.
Escritos por mujeres
“Es importante aplaudir y buscar libros escritos por mujeres”, externó Irene Vallejo al cierre del Salón Literario. Y rememoró que durante su infancia y juventud consumió textos escritos por hombres, hasta que descubrió el Diario de Ana Frank: “Fue para mí una auténtica revolución, se abrió una luz inesperada de que una mujer, incluso una niña, podía escribir un libro que fuera importante para la humanidad. Yo había asumido pasivamente que todos los libros los escribían hombres, por eso fue esa revolución profunda, y desde entonces empecé a buscar a las mujeres que se escondían en esos pliegues de la historia y del pasado”.
Por su parte, Manguel dijo que a él no le interesa “ni la nacionalidad, el sexo o la lengua del autor. Me parece un insulto decir que leo un libro de Irene Vallejo o Rosa Beltrán porque son mujeres, creo que es un insulto a los autores de esa obra y a la obra misma. Idealmente, dijo Margaret Atwood, toda la literatura tendría que ser anónima. Entramos en el libro como entramos en territorio nuevo y nosotros somos responsables de esa lectura. Me esfuerzo en no pensar si el autor es mujer, hombre, trans, gay o lo que sea”.