El enojo de Javier Sicilia ante un país que está “hundiéndose cada vez más” por su “entrega absoluta al crimen organizado” se apacigua al ver la “resistencia”, principalmente de aquellos que, con tesón, favorecen causas que ensalzan el estado de derecho, de moral y ética.
“Vamos a la deriva”, dice desde la Feria Internacional del Libro de Guadalajara, donde llegó a presentar Crisis o apocalipsis. El mal en nuestro tiempo, libro en colaboración con el especialista en derechos humanos Jacobo Dayán. “Lo más terrible son las víctimas, el nivel de muerte de este país, de desapariciones. Es un problema sistémico, no es que cambiemos a unas personas por otras, necesitamos refundar a la nación. Nuestro esqueleto moral tiene cáncer terminal, pero hay que resistir”.
Los problemas de la Generación Z
La forma de sanear estos males, según el poeta, recae en la unificación de los distintos grupos de activistas: “Las feministas, las víctimas, la Generación Z, los protectores del medio ambiente y los zapatistas tienen que tener una agenda que empiece por la justicia y la paz; en un país donde la prioridad es detener la violencia, deberían concentrarse en eso”.
“Pero mientras sigamos cooperando con el Estado, mientras las marchas se vuelvan solo llamaradas de indignación, no creo que vayamos muy lejos”.
De la Generación Z, que recientemente hizo un llamado a protestar contra la inseguridad, diagnostica sus problemas: la falta de representación y de un sentido concreto de espiritualidad. “El que vive sin exigencia ética ante cualquier pendejo se hinca”.
Critico de las redes sociales, el autor de El deshabitado (2016) también se confiesa preocupado por la dictadura del algoritmo: “Habría que desengancharse de eso y empezar a rearticularse cara a cara, humanamente hablando, para volver a construir una dirección, un camino, una estrategia de lucha”.
“El prójimo ya no existe en nuestra cabeza, estamos arrodillados al aparatito. La opinión que tiene más likes se convierte en verdad”.
"Todos los políticos son psicópatas"
Sicilia, elevando el tono de voz, arremete contra los habitantes de curules: “Todos los políticos son psicópatas, y los más eficientes deberían estar en un manicomio, porque que alguien diga que quiere representarte es estar mal de la cabeza. Las representaciones nacen de abajo, como Gandhi o Mandela, y ya no hay de esos”.
Afirma que el lenguaje “es todo”, pero lo hemos degradado y usado de manera irresponsable para mentir, difamar, por eso: “¡Necesitamos refundar la lengua! Antiguamente los dictadores que mentían y construían relatos, y ahora mandan mensajes a través del algoritmo”.
Cierra su charla confesando que, ante la bruma, aún hay faros que lo hacen feliz: “Que existan libros, que uno pueda conversar con los autores, dialogar. Me hace feliz mi familia, mi perro, mis amigos. Y la resistencia. Eso me da esperanza”.
hc