“Una de las tesis del libro La casa de la contradicción es que debemos entender que la democracia no es ese artefacto que nos han vendido, para el cual había que ensamblar una serie de piezas para contar con una maquinaria democrática que empezaría a darnos virtudes y frutos de inmediato”, aseguró el periodista y politólogo Jesús Silva-Herzog Márquez, durante la presentación del volumen, en la FIL Guadalajara.
Acompañado de Porfirio Muñoz Ledo, Claudia Ruiz Massieu, Alejandro Poiré y Santiago Creel Miranda, bajo la moderación de Mara Robles, el integrante de la Academia Mexicana de la Lengua enfatizó que el título del volumen quiere acentuar la contradicción de esta noción republicana en donde la democracia es, a fin de cuentas, un espacio de convivencia, una manera de entendernos, una manera de estar juntos.
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“Y creo que eso no lo hemos sabido construir, no lo hemos sabido cultivar sería una palabra más precisa, porque no hemos aprendido a dialogar. Lo que hemos visto recientemente la Cámara de Diputados con estas sesiones en donde hay una sucesión de descalificaciones, de insultos, de agresiones, en donde no hay disposición de escucha del otro, me parece que es lo que tiene al país postrado en donde pensamos a la política como una guerra, como un espacio en donde no podemos encontrar una plataforma común”.
Desde su perspectiva, el mundo de la política no ha sido el espacio de la armonía, o el espacio del gran consenso, en donde todos estén de acuerdo todo el tiempo, sino que sólo seremos “capaces de enfrentar el conflicto, la diferencia, la rivalidad en la medida que aceptemos que el otro tiene espacio y merece respeto”.
Para Claudia Ruiz Massieu, La casa de la contradicción es pertinente porque “si la democracia es inevitablemente algo es contradicción, es tensión permanente entre visiones, un estura y afloja entre visiones e intereses, y así tiene que ser, porque sólo puede haber democracia donde hay pluralidad y donde hay diversidad: el chiste es ver cómo el arreglo de esas contradicciones permite que las cosas funcionen para la mayoría”.
El libro analiza las grandes contradicciones de la democracia y también de la política, para lo cual hace una crítica implacable del sistema político, los gobiernos, los partidos y de todos los políticos que pasan por su pluma, para lo que estira los argumentos “para ofrecer aportaciones certeras y originales”.
“El debate de hoy, dice el autor, se da entre dos gemelos que minan la democracia: la tecnocracia y el populismo. ¿Quién es el poseedor de la verdad? Ahora sabemos que ni uno ni otro. Vaya si han tenido fracasos ambos: uno se abroga la voz del pueblo, el otro el de la fría ciencia. Los dos son arrogantes, excluyen el diálogo e intentar imponer su verdad”, señaló, por su parte, Santiago Creel Mirada.
Para Porfirio Muñoz Ledo, La casa de la contradicción, el libro de Jesús Silva-Herzog Márquez, es una especie de “bomba nuclear, porque en el fondo hace la crítica más dura al ejercicio del poder y al arribo al poder; sin embargo, suelo decir desde otro plano, que la única cada posible de las contradicciones es la república y la democracia es el conjunto de valores de acciones, de contradicciones y de impulso y de necesidades”.
“Quienes hemos vivido en el dilema del vértigo de la página de la historia en blanco, el más profundo de los vértigos, es al que nos estamos enfrentando. Un libro que hace al autor un gran maestro de la prosa política mexicana”, concluyó Muñoz Ledo.
ÁSS