'Y uno se cree', el libro de Jordi Soler que rinde homenaje al proceso creativo de Joan Manuel Serrat

Fil Guadalajara 2025

El libro comparte el proceso de escritura a cuatro manos de una canción, que termina por convertirse en una historia de la amistad.

Un encuentro que se inició cuando Serrat se acercó a la novela 'Los rojos de ultramar'. | Foto: Ariel Ojeda
Jesús Alejo Santigo
Guadalajara /

La música de Joan Manuel Serrat forma parte de la educación musical de muchas sociedades, pero también ha contribuido a despertar su conciencia social y política. Ambos aspectos se funden en Jordi Soler, quien también representa dos identidades, no solo en su manera de entender al mundo, sino en sus raíces: veracruzano de nacimiento y catalán de origen.

Ahora, esas formas se conjugan en una larga e inacabada conversación que ha sostenido con el cantante barcelonés y que se cuenta en el libro Y uno se cree (Alfaguara, 2025), resultado de un encuentro que se inició cuando Serrat se acercó a la novela Los rojos de ultramar, hace ya dos décadas y, desde entonces, son amigos.

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Una amistad muy larga

“Es una relación muy larga, si tomas en cuenta la relación que tiene alguien con la obra de otro, porque oía su música desde que era niño y él, mucho antes de conocerme, ya leía mis libros. Es una relación que ha crecido a lo largo del tiempo, porque es una amistad con todas las los atributos de una buena amistad, pero también basada en la admiración por la obra del otro y esto me parece muy valioso”.

En su infancia, Jordi escuchó el álbum dedicado a los poemas de Miguel Hernández, “hasta su desintegración”. A partir de ello nació su gusto por la poesía. Piensa el escritor mexicano que su origen como escritor se halla allí, en la forma en que Serrat cantaba “esos versos maravillosos de Miguel Hernández y, por otra parte, es un despertar político, porque esos poemas están cargados de tragedia política. Luego está la parte sentimental. Siempre he sido muy forofo de Tu nombre me sabe a hierba, me parece una canción preciosa y después está “Mediterráneo”, que tiene mucha importancia para mí, porque la oíamos en esta tribu catalana donde nací en Veracruz y era como tener el Mediterráneo ahí”.

Y uno se cree comparte la historia del proceso de escritura a cuatro manos de una canción, un interés nacido de una novela de Jordi Soler, pero termina por convertirse en una historia de la amistad que se forjó con el paso de la creación de una letra que no se termina de escribir, al grado “que hemos bromeado con la idea de mejor escribir una ópera”.

Foto: Ariel Ojeda

Veracruz y Barcelona

Serrat le enseñó a ver el Mediterráneo a partir de su canción, de tal manera y con tal intensidad que, más de veinte años después, vive frente a ese mar, pero lo sigue viendo como el cantante le enseñó. “Así como nos pasa cuando vamos por las tierras de Castilla, aunque no vemos Castilla, vemos lo que nos dijo Cervantes que había que ver”.

“El trabajo de colaboración lo vi primero con mucha sorpresa, con un poco de temor, porque para trabajar con él hay que estar a su altura, al ser un escritor riguroso y exigente, como lo soy yo, pero trabajando en su territorio. Su primera instrucción fue: escribe como si estuviéramos escribiendo un poema, y ahí desarrollé el eje de la historia”.

Un diálogo que no solo le permitió crear al lado de un personaje como Serrat, sino también mirar hacia su interior para saber “¿qué clase de bicho soy”, cuenta Jordi Soler. De Los rojos de ultramar hasta la actualidad, cuando menos existen una docena de libros, y en todos está esa búsqueda interior. “Tengo clarísimo que soy mexicano, de Veracruz, pero con una fuerte raíz hacia Barcelona, y las dos partes me encantan. En México estoy menos tiempo, y México es lo que echo de menos todo el tiempo”.

Me miro en mis libros en una especie de espejo: aquí estamos Serrat y yo, lo cual es distinto y, claro, este es un libro distinto, atípico, una especie de automemoria, pero que también tiene la memoria de mi relación con Serrat, la memoria de cuando era niño y trataba de conocerlo. También es como una crónica, un autorreportaje, la narración de la aventura de escribir una canción”.

Al final, Jordi Soler se mira en muchas partes del libro, las cuales le han permitido aprender cosas de sí mismo. La canción en la que aún trabajan es en español, lo cual es típico en Barcelona, donde en una mesa se puede hablar indistintamente en catalán y en español, porque así es la vida cotidiana.

Foto: Ariel Ojeda


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