Cuando se observa, el cerebro lleva más información a los ojos que los ojos al cerebro. Jorge Volpi encuentra la ficción en ese enlace y urde ese proceso imaginativo en su más reciente libro, La invención de todas las cosas.
Desde la FIL Guadalajara y citando al neurocientífico Anil Seth, el escritor explicó cómo día a día vamos completando la información que falta, produciendo “alucinaciones controladas”, construyendo y reconstruyendo.
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En su obra, parte de la ficción no como palabra asociada a fingir o engañar, sino desde su origen más profundo, el del verbo fingere, que significa tallar o modelar. Su premisa: con la imaginación damos forma y volumen a la realidad. “La realidad solo existe como un conjunto de relaciones, no existe por sí misma. Esto es fascinante y al mismo tiempo desconcertante. La realidad está ahí, pero parece que solo existe si está relacionada con algo y particularmente con una conciencia que la mire, que al mirarla la modifique”.
En compañía de Irene Vallejo, el escritor ahondó en la construcción de sus ensayos, en cómo utilizó ficciones para dar una y mil entradas a la creación de la misma. “Quería que fuera un libro que tuviera muchas puertas y ventanas para que los lectores, las lectoras, puedan entrar de maneras distintas. A veces por puertas abiertas, a veces forzando ciertas puertas, a veces entrando por la ventana. No podía imaginar una historia sobre la ficción que no tuviera también ficciones”.
En un juego entre el Big Bang, la física cuántica, el insecto de Franz Kafka y el filosofar con proteínas, se despliega con humor un cuestionamiento sobre “todas las verdades”, como asegura Irene Vallejo. Aunque el escritor no busca hacer una defensa de la ficción, pues desde ella también se han cometido los peores crímenes de la humanidad, sí plantea que, “en su mejor lado, es aquella que permite darnos cuenta de que hay que escuchar, dialogar, negociar con las ficciones de los demás”.
ÁSS