“Los eslavos dicen que el poeta es un niño ciego que su madre carga en las espaldas para explicarle el mundo. Esa definición del poeta me parece muy interesante. Es precioso ser un niño ciego que no ve, pero vive con la presunción de que conoce el mundo y en esa presunción acierta por un momento… Eso es lo que espero para mí, espero tal vez, un día acertar con una página… si lo hago sentiré que mi vida tuvo algún sentido”. Así se concibe Lídia Jorge al poeta.
La autora portuguesa, Premio de Literatura FIL en Lenguas Romances 2021 que ha realizado diversas actividades en esta edición 37 de la Feria Internacional del Libro de Guadalajara (FIL), promueve actualmente su libro Misericordia (Elefanta). De su paso por Guadalajara, compartió: “Disfruté mucho la charla que di hace unos días en el Paraninfo de la Universidad de Guadalajara como parte de la Cátedra Latinoamericana Julio Cortázar. Cuando comencé a escuchar los discursos de los demás al inicio de la conferencia, decidí hablar de mi sentimiento frente al mundo, de mi último libro y mi idea de lo que es un poeta”.
- Te recomendamos Anabel Hernández: los corridos tumbados son una “campaña propagandística” del narco FIL
Respecto a su libro Misericordia, detalló: “es un texto que me dejó una gran experiencia emocional y que surgió de una forma muy particular. Mi madre estaba en una casa de reposo y un día me pidió que escribiera un libro que se llamara Misericordia, y que a través de él la gente pudiera reflexionar sobre el comportamiento que debe tener hacia las personas mayores que ya no se pueden mover. No fue una idea que tomara muy en serio, creo que nadie hace un libro sobre eso. Sin embargo, nunca más volví a verla. Cuando murió meses más tarde, sentí la obligación de escribir un libro con el título que me sugirió”.
Lídia Jorge definió Misericordia como “un libro sobre la resistencia humana. Una balada triste, que es al mismo tiempo una oda a la vida. El personaje principal llega a concluir que, al final de la vida, la sabiduría y el conocimiento son lo más valioso. El libro es un homenaje a mi madre que murió pensando eso y a toda la gente que coincide con este pensamiento”.
La autora agregó: “Fue una experiencia creativa muy intensa, muy emotiva, fulminante, algo que no experimenté cuando escribí alguno de mis libros anteriores. Cuando murió mi madre, lo que me entregaron de ella en la casa de reposo fueron sus aretes, su anillo, su collar y las últimas páginas de su diario. Lo que sentí al ver sus objetos personales me hizo considerar la posibilidad de escribir este libro. Lo escribí durante un año. Lo que comencé como un libro de luto y me mantenía un poco triste, transformó mi interior. En la medida que lo escribía iba encontrando la fuerza para superar la pérdida de mi madre, pero además experimentaba un sentimiento de triunfo, yo sentía que estaba venciendo a la vida con las palabras. La parte final la escribí alegre y las palabras vinieron sin que yo las llamara”.
hc