En entrevista con el periódico argentino La Nación, donde publica su tira Macanudo, que ahora, en su sexta entrega en formato de libro es una de las novedades de la editorial Sexto Piso, Liniers —cuyo nombre verdadero, por el que casi nadie lo conoce, es Ricardo Siri—, al responder una pregunta sobre la fama y la diversidad de sus actividades artísticas, dijo: “Me encanta ser reconocido, no me importa cómo. Me gusta que a la gente le guste lo que hago. En ningún momento salí a querer ser una sola cosa. Yo quiero hacer lo que me gusta. Y pintar siempre me gustó. Y cuando pinto no soy el mismo que cuando dibujo, y cuando hago lo de Kevin (otro de sus personajes) tampoco soy la misma persona que hace Macanudo”.
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Liniers está en México, más precisamente en Guadalajara, donde recibirá el Homenaje de Caricatura La Catrina, en el marco del XVIII Encuentro Internacional de Caricatura e Historieta (EICH), de la Feria Internacional del Libro de Guadalajara. La Catrina, una estatuilla esculpida en bronce por Rubén Hernández con base en la imagen creada por el genial dibujante español Sergio Aragonés, es el máximo galardón para los caricaturistas en México, que el año pasado correspondió a Ángel Boligan.
La edición de Sexto Piso comienza con una carta de Gaston Pauls, quien escribe:
“Querido Liniers:
“Desde que me invitaste gentilmente a escribir el prólogo de Macanudo 6, una larga serie de dudas se pasean por mi cabeza.
“¿Cómo se escribe acerca de alguien que escribe? ¿Cómo describir con palabras a quien, muchas veces, prescinde de ellas e, igual, describe maravillosamente miradas, silencios, vidas? ¿Podré ser lo suficientemente clara para transmitirte lo que me emociona saber que al abrir un libro tuyo me voy a encontrar retratos de un mundo que está avanzando de manera paralela a éste que habitamos?”
Al conocer la noticia de que sería distinguido con La Catrina, Liniers expresó en una videollamada con los reporteros que cubren la FIL: “Siempre es lindo ver a la gente leyendo lo que uno hace. Mi trabajo lo hago en un cuarto, pero nunca veo cómo reaccionan a un dibujo mío. La idea es hacer una muestra que demuestre por qué me están dando este premio, así que pondré todo lo que pueda”.
Al referirse al personaje que lo ha llevado a muchas partes del mundo, comentó: “En Macanudo, una de mis caricaturas más conocidas, mi esfuerzo es hacer algo optimista. Hay mucha oscuridad y noticia espantosa que uno se cruza en el diario cada mañana, entonces mi esfuerzo desde la tinta es que nos detengamos un segundo para ver que sin optimismo no nos salvamos”.
La noche de ayer, en el Exconvento del Carmen, en Juárez y Federalismo, en el centro de Guadalajara, Liniers inauguró una muestra de su trabajo, pintada en las instalaciones de ese edificio, una muestra de su talento y también de su gran sentido del humor.
Liniers nunca se imaginó que sería tan popular. En la entrevista con La Nación reconoce: “Cuando empecé a dibujar historietas me acuerdo de pensar racionalmente: ¿cuál sería mi techo? Y recuerdo que a lo que más aspiraba era a tener un laburo de historietista en algún diario (porque eso implicaba cobrar un dinero todos los meses); publicar algún libro con Ediciones de la Flor, y quizá conocer a Quino. Ya con eso firmaba con el Diablo”.
—¿Y todo lo cumpliste?, le pregunta el reportero:
—Sí, todo eso pasó rápido —responde—. Todo lo que vino después me sorprendió, y al estar tan fuera de los planes, lo disfruto el triple. ¿Viste que cuando te encontrás con un amigo por la calle de casualidad te ponés más contento que cuando habías arreglado encontrarte de antemano?
Este es Liniers, un artista de grandes vuelos y enorme calidad humana.
ÁSS