El mejor libro del mundo, de Manuel Vilas (España, 1962), es la historia de un escritor que llega a los 60 años y decide hablar de todas las cosas que le han pasado desde que su madre le dijo: “No te conviertas en un muerto de hambre y lucha por lo que quieres”.
En entrevista con MILENIO, el autor revela detalles de una novela cargada de humor y en la que rinde un homenaje a la vida.
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¿El tema central es la vulnerabilidad de un escritor?
Es una respuesta a tantos años de escritor, de haber casi padecido una especie de virus, que es la obsesión por la literatura y casi la transformación de la literatura en una religión, yo lo digo en el libro. Es decir, eres ateo y, sin embargo, acabas levantando una religión que es la de la literatura.
¿Qué detonó que lo escribieras?
El libro arranca cuando yo cumplo 60 años, que es una edad importante, de balance de una vida y con la certeza matemática de que la presencia del número seis significa que tienes más pasado que futuro, y esto, desde el punto de vista existencial, me puso muy nervioso y el libro arranca con qué me queda a mí ahora.
¿Y qué te queda?
Me queda la melancolía y la memoria de la juventud, que eso no te lo puede quitar nadie. Me queda saber que cuando era joven, no supe que estaba siendo joven y cuando cumples 60 años, entiendes quién fuiste. Y la novela está dedicada al hombre joven que yo fui, que ya no lo encuentro en esta vida, porque va enterrado dentro de mí.
¿Eres un gran enamorado de la vida?
Sí. La filosofía profunda de esta novela dice lo siguiente: la vida es maravillosa, es verdad que tiene sufrimiento, tragedias, dolor, pero pese a todo, la vida es maravillosa. Yo no quiero irme de este mundo; es decir, no concibo mi desaparición de este mundo, no la acepto y también es decirle al lector: “Aprovecha todo lo que tienes, lo que te queda de vida, no desperdicies ni un minuto en la alegría, el sentimiento que más me interesa, porque es la única manera de vencer a la muerte y es un himno a la vida”.
Un elemento importante en El mejor libro del mundo es el humor.
A mí me gusta la fraternidad y soy un vitalista. Creo en la amistad y profundamente en la bondad de los seres humanos. Pienso que, a pesar de que a veces el mundo da pasos hacia atrás y probablemente en estos momentos a nivel global el mundo está retrocediendo, a pesar de eso, yo soy una persona esperanzada y confío en la bondad natural de los seres humanos.
¿Cómo es el mundo de Manuel Vilas?
Para mí, la literatura se fundamenta en el estilo literario. Es decir, la diferencia entre la literatura del producto comercial está en el estilo. Un escritor no puede escribir con clichés, tiene que romper, desde Proust y los grandes maestros lo han dicho; ve lo que hizo Juan Rulfo en Pedro Páramo; esa novela es estilo, puro estilo. Es una novela esculpida con un trabajo en el lenguaje absolutamente excepcional y a eso es a lo que llamamos literatura.
Entonces, ¿no te tomas la fama en serio?
Me resulta muy difícil hablar en serio; para mí el humor es la sangre de la vida. Yo doy prioridad a la comedia, todo me parece cómico. Es verdad que hay cosas duras en la vida y yo no las ignoro, pero yo creo que la labor de un ser humano está en acabar triunfando sobre todas las cosas malas con una sonrisa; esa me parece que es una de las inteligencias naturales que no la dan en ninguna universidad, que la da simplemente tu inteligencia natural… y a pesar de todo lo que me ha pasado, yo sonrío a la vida y me río también de la vida.
Eres admirador de Franz Kafka. ¿Qué crees que te diría?
Me diría: “Vilas, no lo estás haciendo mal del todo” (risas).
¿Cómo ves esta invasión española en la FIL?
La feria del libro es una celebración de la lectura; la FIL es una defensa de la vida, porque leer libros, estar con la cultura, con las humanidades, es estar en el lado de la felicidad y de la alegría. Es estar en el lado de la afirmación de la vida frente a los horrores, frente a la guerra; la guerra es una enemiga de la vida, la mentira, la injusticia, la tiranía política, todo eso son enemigos de la vida. Una feria de libros es una amiga de la vida.
ÁSS