"No soy mejor que los otros": António Lobo Antunes

FIL Guadalajara 2018

Ganador del Premio FIL en Lenguas Romances en 2008, el escritor visita Guadalajara como protagonista de las letras portuguesas.

El escritor portugués António Lobo Antunes. (Foto: Paula vázquez)
Jesús Alejo Santiago
Guadalajara /

Fernando Pessoa era uno y muchos personajes, ¿quién es usted? “Éste que ve. Conozco poco a Pessoa, no sé quién era, ni siquiera si existía, tengo mis dudas”. Es palabra de António Lobo Antunes, uno de los escritores portugueses de referencia en la literatura actual, quien ya en 2008 recibiera el Premio FIL Literatura en Lenguas Romances, pero que sirve como puerta de entrada para una de sus grandes pasiones: la poesía. 

“Por Quevedo tengo una admiración extraordinaria, una de las pocas cosas que tengo en común con Borges. Los grandes poetas del idioma español son los del Siglo de Oro.

Españaes mucho más rico que Portugal. Las grandes riquezas de Portugal también son sus poetas, pero creo que todos los poetas españoles son incomparables, poetas que no aparecen más que una vez”, asegura en entrevista con MILENIO.

“A la poesía latinoamericana la conozco muy poco”, reconoce el autor de títulos como Esplendor de Lisboa, Tratado de las pasiones o El orden natural de las cosas: “en general no me interesa tanto”, dice, aunque su relación con la poesía es un asunto distinto. “Me gusta la poesía y tengo mucha envidia de quienes la hacen, porque no soy poeta. No tengo talento para hacerla. ¿Cómo podría hacer poesía como la de Quevedo? Es imposible”.

Después de tantos años dedicado a la escritura, ¿le queda algo más por contar? “He escrito muchos libros que se han ido a la basura. Mientras estoy en la escritura no soy crítico, y tengo una actitud de rigor y honestidad cuando trabajo. Lo que me queda es tener fidelidad al honor de estar vivo, que no va a repetirse ni en mi caso, ni en el de nadie”. 

Un lugar en el mundo 

António Lobo Antunes nació en Lisboa en 1942. Psiquiatra de profesión, en cuanto pudo dedicarse por entero a la literatura lo hizo, sin creerse mucho la idea de ser personaje especial, aun cuando en la última década se le ha nombrado como uno de los candidatos al Premio Nobel de Literatura. “Espero morir tan inocente como cuando nací. Nadie aprende a vivir; en realidad, nos pasamos la vida cometiendo los mismos errores: juramos no repetirlo y continuamos con ello. De una manera general vivimos mal, empezando por mí, que no soy mejor que los otros. No soy mejor, en definitiva”.

La conversación con Lobo Antunes recorre los caminos que él mismo marca. No habla directamente de la muerte, pero al reflexionar en torno a los premios y, sobre todo, a su lugar en el mundo literario, su posición es la misma de siempre: “eso me da igual, estaré muerto, eso no hace ninguna diferencia. Durante la vida, uno se pregunta si he sido yo quien escribió esto, si voy a leer un libro que tiene más de diez años: ¿quién lo ha escrito? Esa es una investigación curiosa. ¿Quiénes son en realidad los autores verdaderos de los libros? ¿Una parte de ellos, otra persona, un extraño? No sé”.

Es tarde en la capital tapatía. Lobo Antunes tiene una visita a la Universidad de Guadalajara y se siente cansado, no se repone del cambio de horario y ha decidido cancelar la mayoría de las entrevistas que había pactado. Solo permanecen dos en la lista.

Le pregunto cuál sería el epígrafe para su vida. “Nunca había pensado en eso, porque después de nuestra muerte qué nos importa lo que vaya a pasar. Quizá tendríamos que seguir el consejo de Horacio, a quien se le ha traducido de muchas maneras: agarra el día. Me gustan mucho los poetas latinos: Horacio, Virgilio, Ovidio… Quizá la poesía posterior a la de ellos no ha conseguido alcanzar las cumbres que ellos lograron, aunque hay muchos otros que podrían estar en esa lista”.

Sin embargo, cuando se le pregunta sobre los narradores que podrían estar en ese canon, prefiere pensar en quienes vienen de la tradición oriental, ya ni pensar en contemporáneos, pero con un matiz: se ha perdido mucha literatura en el camino. 

“Por ejemplo, cuando estuve en África, nadie había escrito ni en una piedra. Entonces, no va a quedar la poesía africana, la de los pueblos perdidos en el interior de África, que yo conocí por la guerra. Estaba allá un padre vasco que había traducido muchos de esos poemas, después volvió a su país y se murió. Intenté ir a su convento a recuperar algo y no encontré nada, lo que es una lástima, porque es una poesía de una inmensa calidad, de una inmensa sabiduría y tensión poética”.

Ganador del Premio Camões en 2007, el más importante de literatura portuguesa, y la Orden de las Letras y las Ciencias del gobierno francés al año siguiente, ese poeta que lleva en su interior lo regresa al mundo de la poesía y recuerda a Safo, de quien solo nos llegó un fragmento, unas palabras, lo que no deja de ser triste: “quizá sea el destino inevitable de todo: pasar y desaparecer, volver al polvo, como dice la Biblia”.

Es António Lobo Antunes, protagonista de las letras portuguesas, que en 2008 dijo en la FIL de Guadalajara: “escribo para aquellos que no tienen voz, que no tienen dinero, que no tienen alma”.


ASS

LAS MÁS VISTAS