Ayer se entregó el Premio Ciudad y Naturaleza José Emilio Pacheco, que otorgan la FIL Guadalajara y la UDG, a Oswaldo Hernández Trujillo por su libro Una ciudad para el fin del mundo. El premio incluye 10 mil dólares, un diploma y la publicación del libro por parte de los organizadores.
“Decía Paz que un premio siempre es un equívoco, y luego corregía y decía, un equívoco feliz. Yo creo que más vale un equívoco feliz que un equívoco infeliz. No escribo para ganar premios, pero se siente muy bien que alguien reconozca tu trabajo, más si el premio lleva el nombre de José Emilio Pacheco”, comentó en entrevista Hernández.
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“En los últimos cinco años me he interesado por hablar de la desigualdad de las ciudades, del urbanismo, de la ciudad. Nunca es la misma la mirada romantizada sobre la ciudad de un Cortázar en París y un Octavio Paz de su infancia en Mixcoac a la de un outsider que viene de fuera y que es tratado como alguien que no pertenece a la ciudad. Los cuentos con los que concursé tienen el elemento extra que hablan sobre la pandemia, de la crísis en la que nos ha metido… ahora estoy terminando una novela.
¿Cómo se puede convivir con la naturaleza?, ¿por qué es necesario tener una conciencia ecológica? El ofrecer una respuesta a estas preguntas, además de la calidad narrativa con la que Hernández escribió, fueron algunos aspectos que le valieron el premio, según el jurado.
Durante la ceremonia, los organizadores del premio Marisol Schulz Manaut, directora general de la FIL Guadalajara; Ricardo Villanueva Lomelí, rector general de la Universidad de Guadalajara (UDG), Eduardo Santana Castellón, director del Museo de Ciencias Ambientales, al igual que los escritores Cecilia Eudave y Bernardo Esquinca —quienes fueron los jurados del certamen— elogiaron la escritura que Oswaldo Hernández plasmó en su texto.
Cecilia Eudave destacó que en los textos se percibe la búsqueda del autor por la sanación del planeta.
Por su parte, Santana Castellón recordó que en seis años del premio han recibido 735 obras, de las cuales 69 por ciento ha sido poesía y 31 por ciento ha sido cuento. Han participado 195 ciudades en 21 países en América Latina, Europa, el Caribe, América del Norte y el Medio Oriente.
Hernández inició su discurso citando algunos fragmentos de varios poemas de José Emilio Pacheco que escribió después del sismo de 1985 de Ciudad de México: “La tierra gira sostenida en el fuego./ Duerme en un polvorín./ Trae en su interior una hoguera,/ un infierno sólido/ que de repente se convierte en abismo…"
Y luego continuó con fragmentos de Las ruinas de México (Elegía del retorno): “Secamos toda el agua de la ciudad, destruimos/ por usura los campos y los árboles…/ La ciudad ya estaba herida de muerte..."
Mencionó que esos poemas fueron determinantes e inspiraron los relatos que propuso para obtener el premio y que siempre ha dudado si “uno puede escribirse sobre la ciudad como algo esperanzador”, aunque mencionó que tendríamos que cambiar paradigmas, que las ciudades ya no sean la plaga que destruye la naturaleza. “Deberíamos comenzar por convertir nuestras ciudades en oasis verdes… Si algo nos enseña la historia es que las ciudades como los hombres y las mujeres nacen y mueren… mientras haya un pedazo de tierra hab´ra árboles, habrá memoria”.
PCL