Como le ocurrió a Arquímides, José Gordon experimentó un momento ¡Eureka! cuando comenzaba la escritura de Gato encerrado (Sexto Piso, 2019). “La primera línea siempre es clave para sentar un tono; me acuerdo del momento luminoso cuando encontré la mía: Imagina que eres un gato”, cuenta en entrevista.
El libro —una suerte de objeto narrativo— es un bellísimo artefacto pop-up que entrelaza las reflexiones de Pepe sobre las fronteras del cerebro con las ilustraciones del artista e ingeniero chileno en papel Sebastián Ilabaca.
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El conductor de La oveja eléctrica escribió un pequeño ensayo en clave de fábula que recupera un experimento realizado por David Hubel y Torsten Wiesel, ganadores del Nobel de Medicina en 1981. Puesto que los ojos felinos se abren días después del nacimiento, los científicos buscaban probar cómo su mirada se ajusta a la visión mientras los nervios ópticos completan su desarrollo. “Parafraseando a Antonio Machado —dice Gordon—, se hace mirada al mirar”.
El método de los investigadores requirió colocar animales recién nacidos en cajas con paredes blancas y rayas horizontales de color negro. Al sustraerlos y enfrentarlos a un mundo de geometrías complejas, se observó que la ausencia de verticalidad había trastocado sus conexiones neuronales. Se trata de una metáfora que desperdiga sus posibilidades a escala humana. “En algún momento, nos damos cuenta de que tal vez nosotros estamos también dentro de una caja”. Esa caja es el mundo que habitamos, las imágenes que conocemos. Una materialización de la caverna de Platón atravesada por la neurociencia.
En su texto, el divulgador evoca a creadores y científicos que caminan sobre la frontera del arte y la imaginación científica: a su llamado acuden lo mismo Neruda y Cortázar que Gaston Bachelard y Camille Flammarion. “Bachelard decía que imaginar es ir más allá de las imágenes primeras. En el caso de los gatos de este experimento, las imágenes primeras son las líneas horizontales; en nuestro caso, las imágenes primeras son todo lo que nos rodea. A veces no podemos imaginar más allá de este mundo. Lo que hace la imaginación científica es crear boquetes, agujeros en la caja, para ver más allá de lo que podemos ver”.
Es cierto, la ciencia es una forma de romper la caja, pero también lo son el arte y la poesía. “Si cruzas ojos humanos y ojos de gato —ojos de ciencia y ojos de arte—, tal vez encontremos los mecanismos para salir de la caja y descubrir la sonrisa de la imaginación y la inteligencia, porque salir también quiere decir salir de los prejuicios. Sam Pitroda, innovador de las telecomunicaciones en la India, decía que nuestro problema es que poseemos una mentalidad del siglo XIX, procesos del XX y necesidades del XXI. Para ponernos a la altura de los retos de nuestra era, se requiere un cambio de mentalidad que solo puede darse si estimulamos la creatividad”.
Así, concluye José Gordon, “el contacto entre la ciencia y la poesía, entre la belleza y la inteligencia, entre el pensamiento crítico y la imaginación, es la clave para el siglo XXI”.
ÁSS