Cuando Raquel Castro era pequeña su madre le regaló el libro Cómo jugar y divertirse con escritores famosos. Ese regalo la impactó —sin que ella fuera consciente— y la impulsó a siempre buscar el lado divertido a la literatura.
Desde que empezó a escribir fue inevitable hacerlo con un espíritu lúdico. Al escribir su primer libro, Ojos llenos de sombra (Ediciones Sm Infantil, 2012) no esperaba que fuera identificado dentro de la Literatura Infantil y Juvenil, sin embargo, su tono y los temas que le interesan la han llevado por ese camino.
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—En estas páginas siempre encontramos recomendaciones de lecturas para niños y jóvenes, pero ¿qué recibes tú de este grupo que te sigue desde hace tanto tiempo?
He encontrado en los lectores, niños y jóvenes, ese entusiasmo que yo sentí cuando leí aquello que me había regalado mi mamá. De algún modo sentí: de aquí soy. Mientras más le escarbo más me gusta y más me doy cuenta de la necesidad que hay porque estamos en una época de sobreestimulación tremenda.
La cantidad de libros que salen cada año y la cantidad de estímulos con los que compiten los libros: la televisión, los videojuegos o los canales de YouTube hace que para los para los adultos que eligen los libros sea a veces un laberinto. No hace tanta falta sensibilizar a los niños para que lean, sino a los mediadores. A esos papás, mamás y maestros que tienen que facilitar lecturas para que los niños lean.
—Participaste en Ecos de la FIL, en donde los autores se reúnen con jóvenes para promover el hábito de la lectura, ¿cómo te sientes en este tipo de encuentros?
Estos encuentros me llenan de energía y me hacen sentir que vamos por buen camino. Sí hay un montón de chavitos que te das cuenta que los obligaron y que tienen flojera, pero de repente te encuentras una chica que te dice “ya estoy escribiendo una novela” o “tengo mi cuenta en Wattpad y estoy haciendo ahí mis cuentos” o que te preguntan cómo comenzar a escribir.
—¿Es complicado acercarte a ellos?
Trato de ser muy receptiva. Eso me sirve mucho para saber qué están pensando, qué están leyendo, que están viendo en la televisión. Creo que como promotor tienes que tratar de empatizar al máximo con la gente a la que le quieres llegar y necesitas entender bien lo que están haciendo. Tienes que entender que programas de televisión están viendo, qué bandas de K-Pop les gustan; si ahorita están usando TikTok o si siguen con Instagram.
Dicen que otro de mis superpoderes es ser buena conversadora. Ser buena conversadora es que en realidad escucho con atención y eso lo uso mucho con los niños en los talleres.
—Cada quién tiene una relación particular con el libro, ¿cuál es la tuya?
El libro es una casa. Cuando encuentras un libro que te gusta se vuelve una extensión de tu hogar y si vas en el metro y abres un libro dejas de sentir la incomodidad, el dolor de los pies y los apretujones porque estás en tu casa.
Si estás en una clase aburrida abres el libro a escondidas y es una aventura porque estás transgrediendo, del modo más ñoño, pero estás transgrediendo las reglas y yendo a otro mundo en el que te sientes cómoda.
El libro también es un espacio de lentitud que nos hace muchísima falta. Vivimos en el frenesí, constantemente yendo de un lado a otro, corriendo, siendo bombardeados de información y abres el libro y es otro ritmo; aunque leas muy rápido cada historia lleva su ritmo y te da la opción de pensar, cerrarlo, reflexionar, leer un párrafo más de una vez, sacar tu lápiz y subrayarlo o copiarlo en tu libreta. Creo que son como gadgets para viajar en el tiempo.
ÁSS