Escribir es una acción que ha tenido varios significados para Rosa Montero: en su infancia, era una forma de jugar; y actualmente, siendo una pluma destacada, es una constante lucha contra el síndrome del impostor.
Durante una charla con sus lectores en la Feria Internacional del Libro de Guadalajara, la autora española afirmó: “Para poder escribir hay que matar al enemigo interior”.
“El camino de la escritura es un camino que va por un filo muy fino”, dijo. “Es caminar por el borde de la hoja de un cuchillo, porque tienes que unir el ser autocrítico, no enamorarte de lo que escribes, con la esperanza de que algún día vas a hacer algo estupendo”, agregó.
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Montero (Madrid, 1951) recordó que de niña, para jugar, imaginaba historias y las llevaba al papel: “Mis primeros cuentos los escribí con 5 años y eran de ratitas que hablaban”.
Sobre las lecturas que marcaron su infancia, señaló dos: “Un cuento de Selma Lagerlöf, la primera escritora que ganó un Premio Nobel”, y El gigante egoísta, de Oscar Wilde, con el que entendió la idea de la muerte.
“Supe que la muerte no consiste en no estar en otra habitación o en otra casa, consiste en no estar”, comentó.
Tras esta anécdota, la responsable de El peligro de estar cuerda (2022) exaltó la “fuerza” que tiene la literatura “para poner palabras en la oscuridad, para enseñarnos los misterios de la vida”.
Y para cumplir sueños, pues la noche que Rosa presenció desde el cielo de Madrid el lanzamiento del satélite Sputnik 1, “el paso más importante que ha dado la humanidad en la carrera del espacio porque fue la primera vez que el ser humano consiguió salir del útero asfixiante de la gravedad terrestre”, soñó con ser astronauta, “y no he sido astronauta, pero he viajado a la luna con mi Bruna (Husky), lo he conseguido de alguna manera”.
A la creativa, que navegó durante muchos años en las aguas de las entrevistas y los reportajes, sobre todo en un barco llamado El País, le resultó valioso compartir que “en el periodismo, la claridad es un valor; cuanto menos equívoca sea una pieza, mejor. Y en la novela, la ambigüedad es un valor; cuantas más interpretaciones, incluso si son contradictorias, mejor”.
“En periodismo eres un árbol y hablas de los árboles que tienes alrededor, y en novela intentas hablar del bosque”.
Por último, Rosa Montero pidió no plantearse el éxito como un camino de vida, pues “no es un lugar al que llegues ni es una casa que poseas, es un atributo de la mirada de los otros, es una luz que te encienden o te la quitan arbitrariamente. No se puede vivir para eso, se debe vivir para intentar ser lo más feliz posible”.
ÁSS