Ruper Ordorika no necesitó más que su guitarra para atraer las miradas. Desde que salió al escenario del Foro FIL, apartado musical de la Feria Internacional del Libro de Guadalajara 2024, el cantante vasco de 68 años impuso su presencia afable a los espectadores.
Se presentó en español, pero cantó en euskera. Y aunque la mayoría de los presentes no entendía esta lengua, considerada la más antigua de Europa, el artista transmitió los sentimientos plasmados en sus canciones, casi todas de su disco más reciente, Amour eta toujours, donde rindió tributo a su paso por Cuba.
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“Es un homenaje a la isla de Cuba, que ha mantenido los sonidos afrocubanos y caribeños como en ningún otro sitio”, declaró en su conferencia de prensa previa al espectáculo, precisamente bautizado como "A la cubana".
Acompañado de su banda, que conforman los paladines de la cadencia Arkaitz Miner (guitarra, violín y mandolina), Lutxo Neira (contrabajo) Hasier Oleaga (batería), y además Eduardo Lazaga (percusiones) y Nando de La Casa (percusiones y teclados), Ordorika reconoció a la FIL como una nueva casa.
Entre canciones, el vasco aderezó con historias. Por ejemplo, la de su encuentro con la música del cantautor ruso Vladímir Semiónovich Vysotski (1938-1980): “En una casa donde estaba había un libro y un LP de Vladímir Vysotski. Fue un escritor, actor y cantante muy popular de la unión soviética y murió empujado por sus dicciones. En estos tiempos donde está en blanco y negro, que occidente llama a Rusia el diablo, creo que está bien recordar a gente como él”.
También evidenció su relación cercana con los libros. Fundador del grupo literario ‘Pott’ a finales de los años 70, junto a escritores como Bernardo Atxaga, Joseba Sarrionandia, Jimu Iturralde, Ordorika soltó en la charla con los medios que ve a la canción como “un género por sí mismo” que se nutre de la poesía, pero también de “conversaciones en los bares o los titulares de los periódicos”.
Por eso los temas que presentó en el Foro FIL en ocasiones parecían un recital de versos o de charlas con viejos camaradas. Eso sí, siempre con la cadencia caribeña.
La primera visita de Ruper Ordorika en Guadalajara terminó entre aplausos y, sobre todo, con la esperanza de que una canción puede contrarrestar un poco la turbulencia de estos tiempos.
ÁSS