Un día en el hotel St. Regis de Nueva York, Sabina Berman vio a Christine Lagarde, presidenta del Banco Central Europeo, entrar al lobby con un aura “impresionante”. La funcionaria francesa se sentó, tronó los dedos y de inmediato llegó un mesero. Ella ordenó. Él obedeció y, con rapidez sobrenatural, le trajo una botella y una copa flautada.
Tras observar la escena, digna de una película, Berman indagó el costo de la bebida, 4 mil dólares, y el sueldo del mesero, 400 dólares por semana. Conocer esa “desigualdad abismal” la inspiró para escribir el libro Los billonarios desaparecen…, una “fábula sobre el dinero” que presentó en la Feria Internacional del Libro de Guadalajara.
“Me emociona siempre la FIL, me recuerda que me volví una lectora feroz desde niña”, dice la escritora mexicana a MILENIO. “Es evidente que hay muchos mexicanos que sí leen, tienen esa pasión por la literatura y esa es una emoción que comparto”.
En Los billonarios desaparecen…,Sabina cuenta la transformación de Wemer, un ganador del Premio Nobel de Economía que, tras recibir un trasplante de corazón, se obsesiona con la apicultura. Posteriormente, invitado al Foro de Davos, en Suiza, decide derruir a ese 1% de personas que acumulan las mayores fortunas del planeta.
El peso de las abejas en la obra tiene una razón profunda: “Son de las especies más gregarias del planeta, como nosotros, que hacemos ruido todo el día; como ellas, zumbamos para volver a encontrarnos”.
El libro, editado por ,Grijalbo usa una ficción muy palpable en los tiempos actuales para convencer al lector de que “no es necesario afiliarse a ideologías humanistas; es necesario pasar a otra época donde rijan las leyes naturales”.
“Es posible otra forma de organización social”, resalta la autora, quien se confiesa preocupada por la lógica de acumulación que predomina en el mundo: “Los recursos son limitados y la ambición es ilimitada”.
“Estamos destruyendo la verdad e incluso la fe en la verdad”, señala Berman, aludiendo al mal uso de las redes sociales, que abona a la “crisis terminal del humanismo”, donde incluso se ha planteado una idea que preocupa, pero cada vez parece menos descabellada. “¿Qué la inteligencia artificial nos gobierne? Ya es una opción”.
Aunque la comunicadora tiene fe en que la nube se va a dispersar: “Me dan esperanza las comunidades que viven en bosques, playas, montaña; el volver a la naturaleza”.
LHM