Un día, el fotógrafo mexicano Santiago Arau inició un viaje que cambió su perspectiva sobre su propia vida y sobre la tierra que lo vio nacer.
Hablar de cada una de las montañas, las playas y de cada rincón de nuestro país muchas veces puede resultar complejo e interminable, pero para eso existe la fotografía, un lenguaje en el que las palabras no son necesarias.
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Santiago se enamoró de la fotografía aérea desde que era un niño de diez años. Desde ahí supo que eso era lo que quería hacer, pero jamás se imaginó verse presentando un libro con su trabajo en la Feria Internacional del Libro de Guadalajara.
Hoy, después de un mapa lleno de tachuelas para marcar los lugares que quería visitar y luego de siete años de generar un acervo gigante, Arau toma entre sus manos el libro gris que guarda sus fotografías a doble plana. Se dice feliz de haberse atrevido a quitarse las barreras y se siente profundamente agradecido de que pueda trabajar en lo que más le gusta hacer.
Su labor va más allá del ojo fotográfico, pues el otro reto que emprendió cuando arrancó este proyecto fue el uso de drones. Sus tomas aéreas son la prueba de lo bien que se ha adaptado a esta nueva tendencia, y las increíbles ventajas que les ha aprendido a sacar.
Las páginas de Territorios (Sexto Piso, 2019) te transportan a cada lugar que aparece en sus páginas, y aunque todos ellos tienen la capacidad de maravillarnos, es cierto que también nos hacen preguntarnos hasta dónde hemos permitido que la mancha urbana termine con zonas naturales.
El mexicano sabe muy bien que esta gran travesía le cambió la vida y que lo mejor que pudo hacer es quitarse esos miedos, a pesar de la violencia en la que varias zonas del país se ven envueltas justo ahora.
Quizá por eso quiere ser agradecido con todos los que han seguido su trayectoria y cargó con una bolsa llena de fotografías suyas que regalaba en los pasillos de la FIL con su propia firma y dedicatoria especial.
Con Territorios, Santiago construye un escenario que invita a la contemplación y después a la reflexión sin decir una palabra.
Después de todo, la fotografía es una ventana a las cosas que a veces vemos, y sin embargo pasamos de largo.
ÁSS