En más de una ocasión Sergio salió conmovido hasta las lágrimas por haber entendido un aspecto del universo en sus clases de física.
“Por quinto semestre empezamos viendo la ecuación de Schrödinger, de mecánica cuántica y resolviendo casos sencillos y de repente un día entendimos perfectamente la tabla periódica. Entendías la lógica de que se ordene así. Fue un momento muy emocionante”, cuenta en una entrevista para MILENIO.
- Te recomendamos Antonio Lazcano: la ciencia es también un disfrute maravilloso FIL
Este es solo uno de los muchos episodios en los que de Régules dejó de ver a la ciencia como una cosa práctica: pasaba a formar parte íntegra de su persona, a “mover sus emociones más profundas”. Es desde ahí de donde surge una necesidad de compartir el conocimiento. Hoy en día, el físico es uno de los divulgadores más importantes del país.
Recientemente el autor de “Caos y Complejidad”, y “El Sol Muerto de Risa” publicó su libro: “Y sin embargo te mueve. Deleitar, conmover y persuadir con la ciencia”, en el que plasma más de tres décadas de experiencia en “traducir diferentes lenguajes”.
“El mundo de la ciencia yo lo considero como una subcultura, como una cultura aparte. Para conectar dos culturas distintas lo que hace falta es una traducción. (...) Es adaptar un mensaje para una nueva cultura”
Lejos de calcar palabras, su labor demanda un conocimiento amplio tanto de lo que se está traduciendo, como de la lengua a la que se va a trasladar. En ese proceso, asegura el escritor, se tienen que asumir los incidentes que conlleva la traducción.
“Siempre vas a perder algo. Traducir Shakespeare por ejemplo, como buen escritor y poeta usa al máximo los recursos de su lengua inglesa, de su época para decir cosas, entonces el traductor en realidad tiene que tratar de decir casi lo mismo pero de una manera que tenga sentido. En la ciencia es igual.”
Anti-recetas para compartir la ciencia
El físico explica que para convertir las ecuaciones o las leyes que rigen al universo en una charla amena, existen dos recursos infalibles: decir lo más posible con la menor cantidad de recursos y aprender a manejar la metáfora.
“Hay que empezar a usar bien el diccionario de sinónimos para evitar los adverbios y adjetivos. Pero, otra técnica mucho más importante es decir las cosas con metáforas o implicaciones”
Pese a la caja de herramientas existentes para explicar complicados procesos químicos o qué es la radiación cósmica, lo cierto es que no hay una receta para compartir los secretos del universo.
“Lo que tienes que hacer es experimentar la situación científica profundamente en tu persona y luego encontrar maneras de contarla. Otra es empezar con una anécdota personal”.
Y es que, es de mal gusto soltar “terminajos” que las personas no están obligadas a conocer. Por ello, De Regules parte de pequeños momentos experimentados para hacer más cercano lo aparentemente ajeno. Por ejemplo, cuando visitó la Casa del Tío Chueco (atracción que anteriormente se encontraba en el parque Reino Aventura) para charlar de las matemáticas dentro de la física del movimiento de Newton.
Ese contar, que en el proceso se vuelve un ejercicio literario, brinda una especie de rayos x, que dejan expuesta la física, química y biología de lo cotidiano.
LHM