La primera vez que salió de su estado natal, Yucatán, pensó mucho en aceptar la invitación a participar en un encuentro de creadoras indígenas, no sólo por viajar tan lejos, sino porque no tenía la experiencia de hablar en público.
Lo hizo y ayer, la escritora en lengua maya Sol Ceh Moo recibió el Premio en Lenguas Indígenas de América, entregado en el marco de la Feria Internacional del Libro de Guadalajara, donde hizo llamado a hacer llegar las lenguas originarias a todos los rincones del país, sobre todo con una propuesta literaria que se salga del ámbito personal de cada creador.
“Es una tarea muy diferente para las personas que están acostumbradas a relatar situaciones vivenciales en nuestro ambiente, en nuestra casa, pero generar una literatura que pueda competir consigo misma, con el autor, con los lectores y, en especial, con la editorial que se va a comprometer a imprimir una obra, es una meta difícil, que parecería imposible dentro de las lenguas originarias”, aseguró la autora de X-Teya, u puksiikal koolel Teya, un corazón de mujer o El llamado de los tunk’ules. T’ambilák men tunk’ulilo’ob.
Previo a la ceremonia de entrega del reconocimiento, la narradora reconoció que desde sus primeros acercamientos a la escritura, se planteó no sólo la posibilidad, sino la necesidad, de alejarse de los rezos, de los cantos, de la oralidad, “porque se suele pensar que estamos limitados en nuestros contenidos, incapaces de pensar en otra historia”.
“Por eso me propuse escribir una literatura de competencia y el dominio de otras temáticas: quise demostrar que era capaz de decir lo que pienso, de hablar de la realidad y de sostenerlo con la pluma y hasta de la libertad de hacerlo en una entrevista”.
Sol Ceh Moo nunca se consideró poeta, “le temía a eso de contar las sílabas, y encontró mucho más agradable dedicarse a la narrativa, porque ella misma es una persona de muchas palabras, “dentro de un cuento o un libro de poesía, creo que no podría decir todo lo que quiero”.
“Hacer un poema donde se aparezca, por ejemplo, la dádiva, que es un sistema de violencia en el que se casa a las niñas, creo que no me alcanzaría para contar toda la historia, si acaso la esencia. Por eso elegí la narrativa”.
Sol Ceh Moo estaba decidida a tomar un año sabático, pero le llegó la noticia del premio y, por el contrario, decidió asumir una mayor responsabilidad con la escritura, una cláusula a un contrato que ella misma firmó con la literatura: se había impuesto escribir dos horas todas las noches, sin importar dónde estuviera.
“Después de sufrir un accidente, media hora que le dedicaba a mis ejercicios, se lo sumé a la escritura. Al recibir el Premio Nezahualcóyotl me obligué a escribir un libro cada año y, ahora, con el Premio en Lenguas Indígenas de América, le agregué una hora. Ya está integrada a mi contrato y ahora escribo tres horas y media a la escritura”.
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