Un buen abogado es aquel al que “le importa su realidad, tiene un lenguaje accesible, sabe que hay límites y que no todo se vale dentro del Derecho, a pesar de que el Derecho lo permita”, afirma Juan Jesús Garza Onofre, Tito, en entrevista con MILENIO.
Integrante del Instituto de Investigaciones Jurídicas de la UNAM y fiel lector de Roberto Bolaño, Tito llegó a la edición 2023 Feria Internacional del Libro (FIL) de Guadalajara para presentar su primer título que dista de lo académico: No estudies derecho.
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Partiendo de que en la carrera de Derecho “tienes entre 40 y 70 profesores y, cuando pregunto, nunca nadie me ha dado más de 10 buenos”, el abogado busca que su libro incida en sanear una profesión otrora respetada, pero que ahora es blanco de memes y estereotipos en redes sociales.
“Hay una clave fundamental: que no se olvide que la teoría del Derecho, las leyes, son eso, una parte teórica lingüística argumentativa, pero la realidad es otra. Nos quedamos pensando que el Derecho cambia realidades, pero no lo hace, son palabras; lo que hace operativas a las palabras son las personas”.
Para que lo anterior se entienda y divulgue, hay que empezar por desmitificar el “modelo de éxito” de la abogacía: “No solamente es el abogado que está en Santa Fe o Polanco defendiendo los intereses privados sin ningún tipo de consideración por lo público”.
“Si seguimos manteniendo esa concepción (de que el Derecho sirve a unos cuantos), reproduciéndola, memorizando el código civil, cambiando el código fiscal o el mercantil, el derecho se va a convertir en algo que los haga vivir en una nube . Y aquí lo que se trata es comprender que detrás de los casos, detrás de las leyes, hay personas a las que les afectan”.
No estudies derecho, cobijado por la editorial Taurus, más que un rechazo a la carrera, pugna por partir de otros enfoques para verla como “una herramienta de transformación social”.
—¿Y desde la concepción del libro pensaste en ese título?
—Llevo años estudiando la educación jurídica y la figura del abogado dentro de la filosofía del Derecho, y desde entonces pienso que la palabra da para mucho: no estudies recto, de manera obtusa, aburrida. Entonces, me pareció una idea interesante y ahí la tuve guardada.
Más abogados no significan más justicia
En México, habiendo tantos abogados, podría ser fácil pensar que “hay más justicia, más legalidad”, pero resulta lo contrario, según Tito: “Parecería que significa más corrupción y facilidad de chantaje para llevar a cabo los intereses propios y no colectivos”.
Esto ocurre, desgraciadamente, porque “no hemos sabido transmitir la importancia del Derecho, pensamos que no tiene límites y así como decimos una cosa decimos otra”.
También porque la profesión, dedicada a organizar la vida social, “no está regulada”. Y da un ejemplo: “Cualquiera puede poner una escuela de Derecho y eso te habla de un gremio muy flojo, que al final del día se va a traducir en mala justicia, malas condiciones cuando lleguen los grandes problemas”.
Pero a pesar de los aspectos negativos, Garza Onofre tiene esperanza en la abogacía nacional gracias a aquellos colegas, sobre todo jóvenes, que abordan temas de derechos humanos, inclusión social y diversidad sexual. Y que son conscientes que detrás de un caso siempre hay una persona.
ÁSS