Deborah Holtz recuerda ese día del 2001 que se plantó frente a Pedro Friedeberg y, viéndolo a los ojos, le hizo una promesa: “Yo sé quién es usted, yo sé qué ha hecho y, así sea la última cosa que haga en la vida, le voy a hacer su libro”.
Ocho años después, tiempo que la responsable de la editorial Trilce (sí, como el poemario de César Vallejo) pasó “buscando la obra y fotografiándola”, lo prometido se cumplió: se presentó el libro en honor al artista, a la par de la exposición Pedro Friedeberg: arquitecto de confusiones impecables en el Palacio de Bellas Artes.
“No sabíamos lo que iba a implicar hacer eso, pero te vas clavando, una cosa te lleva a la otra y acabé fotografiando 600 obras. Y contra el toro, porque todos decían ‘Pedro es como de los 60’, como denostando”, recuerda Deborah en entrevista con MILENIO desde la FIL Guadalajara 2023, donde por primera vez Trilce contó con su propio stand.
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Previamente, los libros de la editorial habían llegado a la FIL a través de distribuidores o de la Alianza de Editores Mexicanos Independientes. “Tenemos una manera de hacer los libros para que destaquen y al verlos en conjunto agarran alma, por eso nos lanzamos por primera vez solitos y quisimos hacer un stand que refleje lo que somos”, explica.
Trilce, proyecto activo desde 1995, se desarrolla a partir de la “pasión, es una aventura pasional, no hacemos estudios de mercado”. Por eso “hemos hecho lo que se nos pega la gana”, dice Deborah, aunque esto implica “lavar y planchar ajeno, es decir: hacemos libros para otros para poder tener lana para pagar nuestro vicio, que es editar a lo que nosotros se nos ocurre”.
Conociendo la esencia de la editorial, es entendible la odisea del libro de Pedro Friedeberg y las otras tantas en las que se han embarcado Hotlz, su socio y diseñador Juan Carlos Mena, y el resto del equipo de Trilce; desde la cartografía del taco y otros antojitos mexicanos que es La Tacopedia, hasta el rescate de las memorias de Rita Macedo a través de Mujer en papel. Son libros con historia.
La Tacopedia: “Un día del 2007, estando en una taquería a las 5 de la mañana después del reven, con los ojos a media asta, vi al taquero y dije ‘A este prócer de la patria a nadie le ha rendido tributo’, ahÍ se me ocurrió la Tacopedia. A nadie le dije que se iba a llamar así, ni siquiera a los colaboradores, yo decía ‘Estoy haciendo un libro de antojitos’, entonces me veían de ‘Pobre Deborah, ya le está yendo muy mal para estar haciendo un libro así’, pero pusimos el taco en alto a nivel mundial”.
Cholombianos: “Ahorita está agotado. Lo hicimos en 2008 y lo logramos publicar en 2015, y su exposición la hicimos en 2015. La peli (Ya no estoy aquí, que potenció el interés en esta subcultura) salió en 2019. ¡Imagínate haber picado piedra en 2008 explicando qué eran los colombianos! ‘No nos hagas hacer cosas de narcos’, me decían en la universidad, y respondía ‘¿Esa gente qué tiene de narcos? Son unos genios’. Es uno de los movimientos juveniles más importantes en este país en los últimos 80 años, inventaron una moda, una manera de peinarse, de bailar”.
Aguacate: “Se nos ocurre hacer aguacate porque empezamos a ver libros tan ñoños sobre esta joya, esta especie de insignia nacional que ha transformado las cocinas del mundo, que ha irrumpido como la máxima panacea. Entonces, se nos ocurrió hacerle un libro que narrara desde que encontraron la semilla hasta a Barack Obama diciéndole al New York Times que el guacamole no lleva chícharo”.
Yo estuve en Avándaro: “Federico Rubli fue el primer investigador en acceder a los archivos de Gobernación una vez que se desclasificó lo que había pasado en Avándaro, y no es propiamente un libro de Avándaro, es algo que está revelando una verdad desconocida. Además, las fotos de Graciela Iturbide solo se habían publicado en un librito chiquito en 1971. Este libro me gusta muchísimo por eso”.
Colección de poesía Tristán Lecoq: “Murió un amigo muy querido, Álvaro Quijano, y dejó un manuscrito inédito que se llama Este jardín es una ruina. Entonces, algunos amigos, David Huerta, Eduardo Hurtado, Carlos Mapes, Juan Carlos Mena y yo, hicimos una edición homenaje, y luego nos dimos cuenta que si dejábamos solita era peor que si fuera el número mil de cualquier universidad, por eso hasta la fecha continuamos la colección en honor a la amistad”.
Mujer en papel: “Prácticamente no conocía a Cecilia Fuentes y un día me habló ‘Te quiero ir a ver, saqué del cajón el manuscrito de la biografía mi madre, ya se lo llevé a no se cuanta editorial y todos me rechazaron’, y le dije ‘Lo voy a leer y si me late te digo’. Esa misma noche lo hice y no lo pude soltar, entonces a las 9 de la mañana le hablé ‘Este libro es una joya, desde luego que lo voy a publicar’. Ya vamos en la quinta edición. No importa tanto si Rita era o no famosísima, la narración es fantástica”.
Vaqueros de la Cruz del Diablo: “Ese fue un milagro. Un día tocaron a la puerta, entró Werner Segarra con unas fotos y a la primera que vi le dije ‘¿Qué es esto? ¿De dónde lo sacaste? ¿De Houston?’, y me dijo ‘No, es el vaquero mexicano, los vaqueros son de México’”.