La generosidad de Vicente Rojo (1932-2021) como amigo, artista y en todas las facetas de su vida, fue celebrada por Ivonne Lonna, Alberto Ruy Sánchez, Marcelo Uribe y Juan Carlos Henríquez durante la presentación de Vicente Rojo: La mirada transformadora (Universidad Iberoamericana, 2022), el libro de Sònia Hernández que presentaron en la FIL.
Uribe y Ruy-Sánchez fueron amigos del artista por décadas. Lonna (editora del libro) y Henríquez lo conocieron más recientemente, pero todos coincidieron en la vena generosa y afable de Rojo, quien falleció en 2021, justo mientras este libro se gestaba con su propia colaboración.
Lonna, investigadora y académica del Departamento de Arte de la Universidad Iberoamericana, leyó unas palabras de la autora, en las que narraba el proceso de creación del libro, que inició en 2019 y se detuvo por momentos por la pandemia.
Aun así, el maestro Rojo y la escritora catalana Sònia Hernández hicieron buena mancuerna y en agosto de 2020 por fin se reunieron, leyó Lonna. “Él seleccionó las imágenes, era un gran hombre que amaba su familia y su trabajo”, dijo la editora cuando se refirió a la involucración total de Rojo en este libro. “Planeó que hubiera poco más de 350 imágenes y estaba preocupado por el costo de producción del libro”, leyó Lonna, quien destacó la colaboración de la familia de él para obtener varias imágenes. A la presentación asistieron los nietos del artista, Mara Sacristán y Diego Rojo.
La académica insistió en que era un sueño del artista desde 2019, en su afán de llevar la cultura a toda la gente, en este caso su vida y obra como parte de la propia cultura de México.
Juan Carlos Henríquez, director del Departamento de Comunicación de la universidad, comentó que el reconocimiento que la Iberoamericana data de 2018, cuando le otorgaron el doctorado honoris causa, que incluyó una exposición y posteriormente el libro.
“La obra de Rojo y la Compañía de Jesús se hermanan en que descienden a la realidad sin salirse de ella, sin evadirse, desde la perspectiva del goce de la vida”, dijo.
Amigos de años
Alberto Ruy Sánchez se remontó a 1987, cuando retomó la revista Artes de México, creada en los años 50, época en la que Rojo colaboró a instancias de su maestro, Miguel Prieto. El escritor contó que en ese momento no se hablaba de diseño gráfico sino de composición.
“Hizo el primer y segundo logotipo; en 1987 se lo pedimos pero prefirió que uno de sus alumnos lo hiciera. Vicente daba importancia a las letras, a la tipografía”.
Ruy Sánchez comentó el vínculo del artista con los jesuitas. “Vicente decía que cuando su padre llegó a México y varias personas le dieron la espalda por ser republicano, fueron los jesuitas quienes nos ayudaron”, y aludió al comentario que hizo Henríquez, quien contó que cuando recibió el honoris causa dijo que era la primera vez que abrazaba a un cura.
El editor y poeta Marcelo Uribe recordó que conoció al maestro Rojo en 1973 en las reuniones que Juan García Ponce hacía en su casa: “Un día llegó Vicente, yo lo admiraba y me quedé sin palabras”.
En 1977 comenzó a trabajar con él y dice que se sentía en el taller de Da Vinci. “Tenía el toque del rey Midas, pero era eso, un toque, respetaba el trabajo del otro”. Uribe dijo que las observaciones que Rojo hacía al trabajo de sus alumnos eran apenas de unos trazos que ayudaban, no se trataba de su visión.
jk