El pintor Filemón Santiago (San José Sosola, Etla, Oaxaca) participa en la exposición colectiva Endemismo, Arte Contemporáneo y la Biósfera de Oaxaca, que se exhibe en el Museo de los Pintores Oaxaqueños. En ella se hace un llamado a preservar la riqueza natural de la Reserva de la Biósfera Tehuacán-Cuicatlán, reconocida el 2 de julio como Patrimonio Mundial por la Unesco.
En entrevista con MILENIO, Santiago dice que ésta es una oportunidad para reflexionar "sobre todo lo que se ha ganado y se ha perdido y tomar conciencia para conservar nuestra naturaleza".
En la muestra, el pintor presenta dos piezas que, explica, "son una representación onírica de la geografía del lugar y, por otro lado, tratan de darle al espectador la idea de la desolación en la que se ha dejado esta zona por falta de recursos".
Cuenta que mediante el arte también buscan crear una conciencia colectiva para evitar el saqueo del lugar:
"Muchas comunidades ya tienen la idea de que es un lugar que deben proteger y lo están haciendo a través de museos comunitarios".
Esos museos resguardan las piezas rescatadas. Sin embargo, lamenta la falta de un mayor esfuerzo para preservar la zona y evitar el maltrato y tráfico de recursos.
"Al ser declarado Patrimonio Mundial por la Unesco alcanza un grado mayor de resguardo. No se cómo vamos a reconocernos como individuos si lo que nos da identidad son esos espacios a los que muchas veces se pone precio: algunos ganan dinero pero desprestigian nuestra identidad".
Por otro lado, Filemón Santiago y un grupo de artistas locales también buscan acercar el arte a la comunidad con una serie de reproducciones de sus obras en una galería abierta ubicada en calzada Porfirio Díaz, en la ciudad de Oaxaca:
"Esperamos que a largo plazo esta calle se convierta en una galería constante para que la gente tenga un punto de conversación".
En esta galería, el creador —participante en la colección MILENIO Arte— presenta dos piezas: la primera es referente a un viaje que realizó al municipio de San Francisco del Mar, mientras que la segunda habla sobre un sueño que tuvo Filemón y con el que trata de plasmar "el dolor cotidiano que nos rodea. Es un reflejo del desastre que los mismos seres humanos provocamos y de cómo olvidamos nuestros principios y nuestro lado espiritual".
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