Los finalistas de la V Bienal Vargas Llosa reflexionan sobre la futilidad del triunfo

A pocos días de conocer el fallo del jurado, los seis autores que aspiran al galardón afirman que el verdadero reconocimiento se halla en el diálogo literario y el fluir de las ideas.

Ellos son los finalistas del Premio de Novela Mario Vargas Llosa. | Foto: Ángel Soto
Ángel Soto
Guadalajara /

El Premio Bienal de Novela Mario Vargas Llosa está dotado con 100 mil dólares e implica, para quien lo obtiene, un valioso alcance internacional. No obstante, entre los seis finalistas que este año aspiran al galardón hay un consenso: el premio es lo de menos.

Brenda Navarro, Cristina Rivera Garza y David Toscana, de México; Héctor Abad Faciolince y Piedad Bonnett, de Colombia; y Juan Tallón, de España, compiten por el reconocimiento que entrega la Cátedra Vargas Llosa. Pero eso de “competir” es más bien un convencionalismo deportivo que poco interesa a estos seis representantes de la literatura escrita en español.

“Los premios no determinan. Si lo tienes, puede cambiar algo en tu vida, pero lo importante es que no va a cambiar tu obra. Hemos dado lo mejor de nosotros [en estas novelas], todo lo que venga después será un plus. Yo he estado aquí junto a escritores que admiro, a los que he leído y leeré con mucha pasión. Al final eso será lo que quede para la mayoría de nosotros y habrá sido muy enriquecedor”, dice Juan Tallón, autor de Obra maestra (Anagrama, 2022), un libro cuya trama parte del robo de una escultura que pesa casi 40 toneladas.

Algo similar piensa Héctor Abad Faciolince, cuya novela Salvo mi corazón, todo está bien (Alfaguara, 2022) narra la historia de un “sacerdote bondadoso que pone a prueba sus creencias y su optimismo inquebrantable en un mundo hostil” mientras está a la espera de un trasplante de corazón: “Ser finalista es algo que me pone muy contento por estar en tan buena compañía, pero no me cambia la vida. Yo no considero a mis compañeros finalistas como competidores o adversarios, son solo colegas. Cervantes aconsejaba que, en las justas literarias, es mejor llevar siempre el segundo premio”. Y agrega con humor: “Los premios son una cosa muy rara. Éste, en particular, es más raro porque están aquí los miembros del jurado, entonces uno se cruza con ellos y no sabe siquiera si saludarlos o no”.

Cristina Riera Garza, autora de El invencible verano de Liliana —Premio Xavier Villaurrutia 2021—, subscribe: “Me da mucho gusto ser parte de este grupo. Este premio está poniendo a conversar obras que tienen su individualidad, su propio cauce, su manera de ser. Ponerlas en contacto crea esos vasos comunicantes que siempre son interesantes, porque van a poder leerse de otra manera”.

“Todos aquí hemos sido jurados de algún concurso”, agrega la novelista antioqueña Piedad Bonnett. “Uno sabe lo aleatorio que es esto, lo difíciles que son esas discusiones. Un premio es una cosa que hay que relativizar en la cuestión del triunfo. Lo que hace valioso a un premio es la calidad de la nómina de los elegidos. Nosotros no escribimos para ganar premios, el premio viene por añadidura”.

Sin embargo, Bonnett sí reconoce que el reflector del premio le ha permitido volver a circular fuera de Colombia, pues sus dos novelas más recientes (incluida Qué hacer con estos pedazos, con la que aspira al premio) ya pueden conseguirse en librerías de México. “Eso ya es una conquista en sí misma. Si para eso me sirvió el premio, pues muy bien”.

Brenda Navarro (Ciudad de México, 1982), la escritora más joven entre los finalistas, ha vivido fuera de México durante ya varios años. Por eso, la autora de Ceniza en la boca (Sexto Piso, 2022) bromea: “Yo ya me siento ganadora porque ayer me comí cuatro tortillas recién salidas del comal. Esto ya es un regalo. Hace cuatro años no era escritora y hoy estoy aquí siendo nombrada escritora”.

La ronda de reflexiones en torno a la banalidad del triunfo la cerró el regiomontano David Toscana. “Para cuando me pasan la pelota ya todo lo que pueda decir es plagio”, bromea el autor de El peso de vivir en la Tierra, una historia que retuerce las intenciones de Cervantes, pues su protagonista aspira a convertirse en un antihéroe a la manera de los grandes clásicos rusos.

Y entonces, elige parafrasear a Amado Nervo:

Muy cerca de mi ocaso, yo te bendigo, vida,

porque nunca me diste ni esperanza fallida,

ni trabajos injustos, ni premio inmerecido.*

El Premio Bienal de Novela Mario Vargas Llosa será entregado el próximo domingo 28 de mayo, en una ceremonia que se realizará en el Paraninfo Enrique Díaz de León.


*El verso en realidad termina de este modo: ni trabajos injustos, ni pena inmerecida.

​PCL

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